El feroz aumento de los pacientes con coronavirus amenaza con dejar a algunos sistemas sanitarios sobrecargados e incapaces de operar de manera efectiva. Epidemias anteriores han demostrado que, cuando los sistemas de salud se ven abrumados, las muertes aumentan dramáticamente.
En días recientes, una desoladora imagen se ha difundido en las redes y se ha hecho viral.
Se trata de una captura de pantalla captada por una de las cámaras de un hospital de San Petersburgo, Rusia, en la que se observa a tres jóvenes estudiantes de Medicina durmiendo en el suelo, al lado de la cama donde yace un paciente con COVID-19.
Específicamente, la imagen procede de la cámara de vigilancia en la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital de Sosnovy Bor, un pequeño pueblo ruso ubicado a unos 80 kilómetros a las afueras de San Petersburgo.
Los tres estudiantes, de nombres Rasul, Katya y Lyosha debían cubrir el turno de la mañana, pero el personal médico se vio tan abrumado por la emergencia, que los jóvenes se quedaron a vigilar el estado de una paciente intubada.
Los dos hombres y la mujer son oriundos de la lejana ciudad de Perm, que dista más de 2 mil kilómetros de distancia de Sosnovy Bor. Pertenecen a un grupo de 13 residentes que están haciendo el equivalente a su servicio social en la ciudad.
Sin embargo, a pesar de lo precaria de su situación, los muchachos permanecieron vigilantes. Aquella noche respondieron a la llamada de emergencia, hecha desde el hospital, a pesar de que tenían que cumplir su turno normal a la mañana siguiente.
“Lyosha, Katya y yo fuimos a la ‘zona roja’ para relevar al personal, que estaba con la paciente, para que pudieran ir y asumir otras tareas en la sala”, dijo Rasul Nazarov a un medio ruso.
Evidentemente, como es natural, a la mañana siguiente el agotamiento por el esfuerzo sobrehumano realizado por los futuros galenos se hizo sentir. Según dijeron, el traje de bioseguridad no ofrece algún tipo de ventilación, lo que hace más cuesta arriba sus labores.
“Estábamos realmente agotados por la mañana. El traje especial no ofrece ventilación en lo absoluto y es realmente difícil permanecer en uno sin un descanso. Así fue como decidimos tumbarnos en el suelo y seguir monitoreando al paciente desde esa posición”, añadió Nazarov.
Según las estadísticas, hasta el momento, en este pueblo de apenas 68 mil habitantes se han detectado 4 mil casos por coronavirus, así como 34 fallecimientos desde el inicio de la pandemia. Afortunadamente existe personal sanitario comprometido a ayudar a sanar a los pacientes, como estos tres estudiantes.
Para ayudar a los países a manejar el aumento en los casos de COVID-19, la Organización Mundial de la Salud ha publicado un manual detallado y práctico sobre cómo establecer y administrar centros de tratamiento para la enfermedad: diseño estructural, prevención y sistemas de ventilación esenciales.
Ante una tormenta como el coronavirus, las herramientas científicas y de salud pública son esenciales, pero también lo es la empatía. Con solidaridad, humildad y asumiéndonos el uno al otro, podremos, y lo haremos, superar esta contingencia juntos. Comparte esta historia con tus seres queridos y amigos.