Estados Unidos es uno de los países que se ha visto más afectado por el COVID-19, son muchas las familias que lloran la pérdida de sus seres queridos. En California un hogar quedó devastado por el letal virus, y los hijos sufren las terribles consecuencias.
De acuerdo a los reportes de la Organización Mundial de la Salud, en los Estados Unidos existen hoy 2.452.048 casos confirmados y 124.811 muertes producto de la virulenta pandemia que azota a muchos países en todo el globo terráqueo.
Humberto Ruelas-Rivas de 60 años de edad y Karina Bonilla, de 38, formaban una hermosa familia junto a cinco hijos cuyas edades oscilan entre 2 y 17 años. Todos vivían una vida tranquila en el sur de Los Ángeles, en California, hasta que la amenaza llegó.
Karina trabajaba en un establecimiento donde vendían frutas, y cuando volvió a su trabajo tuvo la fatídica suerte de ser contagiada por un compañero que había contraído el virus. Al parecer, cuando el vendedor se contagió y empezó a presentar la sintomatología, no le pareció necesario aislarse y volvió al trabajo.
Karina y su esposo terminaron contagiados y fueron traslados de inmediato al hospital. Y aunque se hicieron todos los esfuerzos posibles para su recuperación, el 7 de junio el hombre perdió la batalla por su vida, y al día siguiente falleció su esposa.
María Ruelas, de 35 años e hija mayor de Humberto en una relación anterior, tuvo que hacer acopio de mucha fortaleza para encargarse del cuidado de sus hermanitos pequeños. Le toca asumir las funciones de madre mientras llora la desaparición física de su padre.
“Hace seis días perdí a mi padre. Y seis horas después perdí a mi madrastra. Ahora, además estoy a cargo de cinco niños”, expresó la sufrida mujer.
Como si fuera poco, una hija de la pareja de 30 años también se contagió y fue ingresada al hospital. María cuida a su hermana, quien por desgracia ha sufrido un derrame cerebral; y está pensando en adoptar legalmente a sus hermanos paternos.
“Va a ser una verdadera lucha, pero no tengo hijos propios, y ahora creo que sé la razón por lo que eso pasó”, dijo María.
La tristeza que vive ha sido mayor al no poder despedirse por última vez de sus familiares. Las autoridades han sido muy claras, cualquier contacto con una persona contagiada incluso fallecida puede ser fatal.
«A pesar de que han fallecido, el virus sigue activo en sus cuerpos, por lo que no se puede tocar el cuerpo. Espero que esta historia no se repita nuevamente. Es devastador», agregó la triste hija.
Por eso hace un llamado a todos para que se den cuenta del peligro que corren de no cumplir con las medidas sanitarias que se requieren en esos casos. No se trata de un juego, es un problema serio que se está viviendo en el mundo entero.
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