En la mitad del hemisferio estamos atravesando una ola de calor que para muchos puede volverse insoportable. Esto se vuelve más difícil aún cuando tienes que soportar las altas temperaturas en un vehículo o pasar 8 horas detrás de un ordenador en un espacio poco acondicionado para soportar el calor.
Son muchas las empresas que no consideran esa situación en relación al desempeño de sus empleados. Y le dan mucha más importancia a las normas de etiqueta básica en cuanto a la vestimenta, y no se detienen a pensar si eso realmente es determinante.
La situación se agrava cuando, en ciertos momentos en los que el calor aprieta, se puede observar a mujeres desfilar con faldas o vestidos frescos, apropiados para la calurosa época de verano. Mientras que a los hombres se les sigue imponiendo que porten sus largos pantalones hasta los tobillos, todo porque es parte de un código impuesto por la dirección.
Una norma un poco ilógica, que a más de un hombre le puede resultar chocante. Del lado de la empresa siempre estará el argumento de que el pantalón corto denota informalidad y que es necesario respetar unos códigos básicos.
En medio de esta disyuntiva, se tuvo que encontrar Joey Barge, el inglés que tras presentarse en su oficina con unos pantalones cortos un caluroso día de verano, en que el termómetro marcaba más de 30°C, fue enviado de vuelta a casa por su vestimenta inapropiada a las circunstancias.
Y se preguntaba «si las mujeres pueden llevar vestidos o faldas al trabajo, ¿no puedo yo llevar pantalones cortos elegantes como los de la foto?»
Movido por la ira que le produjo tal dispareja situación, Joey decidió seguirles el juego y llevar a la oficina la ropa que se adecuaba perfectamente al código empresarial. Pero probablemente con un ligero cambio que nadie lo esperaría.
¿Qué queda mejor?…Nos vemos pronto, Twitter…Pronto me volverán a mandar a casa.
La respuesta por parte de los tuiteros fue unánime y muchos aplaudieron su actitud. Algún seguidor suyo comentó: «Los hombres deberían poder llevar pantalones cortos como las mujeres pueden llevar vestidos y faldas… igualdad… Es más, los hombres deberían poder llevar también vestidos y faldas, si de lo que hablamos es de igualdad.»
Era un reclamo a la igualdad, una protesta en contra de las normas sociales, muchas veces ridículas y contradictorias.
A partir de su reclamo, Barge consiguió una pequeña mejora en la situación y en la forma en que podían ir vestidos sus compañeros de aquí en adelante.
A partir de ahora se les permitirá ir a trabajar con pantalones 3/4. Una prenda que, además de ser más fea que un dolor, tampoco les aliviará demasiado del calor. Menos da una piedra, supongo, publicó en Twitter.
Una batalla aparentemente graciosa, pero que detrás esconde la rigidez de algunos paradigmas sociales y que probablemente surtan efecto en muchas políticas de empresa.
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