Esta es una historia de fuertes contrastes. Por un lado está una familia trabajadora, atenta y servicial que espera el próximo nacimiento de su segundo hijo. Por otro un par de muchachos desadaptados que tomaron las peores decisiones y sus acciones causaron un daño terrible.
Pero del horror que se desencadenó esa noche fatídica surgió aún algo bueno, casi un milagro, dijeron los médicos y así ha sido para quienes tuvieron que enfrentar el dolor. Terribles contrastes en una historia que jamás se debería repetir.
Daniel Stirling y su esposa Sara Paino vivían en Tasmania como una familia. Juntos estaban criando a su hijo mayor de dos años en aquel momento.
Y su familia estaba a punto de aumentar muy pero muy pronto.
Sara estaba ya en la semana 32 de su embarazo. Su abdomen estaba enorme y aún así ella se ocupaba de cuidar a su esposo y su hijo con toda la devoción y amor que le nacía de su gran corazón.
Era una mujer maravillosa, amorosa y feliz.
A su compañero Daniel Stirling le tocaba el turno de la noche en la panadería donde estaba trabajando. Él se preparaba para partir cuando ella se ofreció a llevarlo al trabajo.
Debería haberse quedado en casa».
Eso piensa cada día Daniel Stirling, pero es que así era ella; siempre quería ayudar, siempre cuidando a sus seres amados.
Cuando Daniel se despidió de su esposa al llegar al trabajo como cualquier otro día jamás se hubiera imaginado que sería la última vez que la vería con vida; la última vez que escucharía su voz, la última vez que besaría su mejilla.
Un hombre que en un segundo perdió toda la vida que había construido.
Asimismo, cuando Sara colocó a su hijo mayor Jordan en la silla del auto para ir a llevar a su padre al trabajo poco se imaginó que sería la última vez que vería su carita dulce.
La última vez que él escucharía su voz.
La última vez que sentiría su abrazo fuerte y el cariño con el que lo colocaba tiernamente en la seguridad de su asiento.
Sara con su hijo mayor Jordan cuando este era solo un bebé.
Lo próximo que supo Daniel Stirling de su esposa fue el momento que destrozó su vida. La policía entró a su lugar de trabajo, preguntaron su nombre y él se dirigió a la puerta.
No tuvo tiempo de pensar.
Este horrible momento en la vida de esta familia quedó capturado para siempre a través de las cámaras de seguridad en el trabajo de Daniel.
“Tenemos malas noticias para usted. Lamentamos informarle que su esposa Sara Paino estuvo en un accidente de tránsito. Un auto robado impactó contra el vehículo de su esposa y ella falleció.”
Daniel perdió en ese momento al amor de su vida, a su compañera y la madre de sus hijos en tan solo un momento. Él confiesa que su cuerpo se desconectó por completo, lo único que podía repetir una y otra vez era:
“Ella estaba embarazada”
Daniel siente que su esposa debía haber estado durmiendo a salvo en casa. Es algo que aún hoy en día no puede dejar de pensar.
Él se apresuró hacia el hospital donde atendían a su esposa.
Llegó justo a tiempo para ver cómo los expertos de salud atendían el cuerpo sin vida de su mujer. Ellos realizaban RCP solo para tratar de mantener con vida al bebé que estaba en su vientre.
“Sólo podía ver su grandísima barriga en la camilla.” recuerda la Dra Kate Field, quien estaba de guardia y recibió a Sara Paino en la emergencia del hospital.
Pero entonces el milagro sucedió. En tan solo 30 minutos en medio de una cesárea de emergencia ahí mismo en la sala de urgencias nació su hijo Caleb.
El cuerpo de su madre pudo resistir justo hasta que salvaron a su bebé y pudieron traerlo al mundo en medio de la tragedia.
Los responsables de la terrible pérdida para esta familia que desde ahora debía continuar sin su madre, fueron dos jóvenes adolescentes de 12 y 15 años.
Ellos robaron un auto y conducían a una velocidad mayor de 200 km/h cuando impactaron contra el auto de Sara Paino.
El conductor, que era el mayor de 15 años fue sentenciado a 5 años de prisión en agosto de 2016, después de declararse culpable de homicidio culposo o involuntario.
Ninguno de los niños, Jordan o los responsables, fueron heridos durante el accidente.
Caleb, el bebé del milagro hoy en día vive su vida como un niño normal.
Su padre ha seguido adelante criando a sus dos hijos con amor y rodeándoles de recuerdos de su madre para que sientan que ella sigue con ellos.
No hay palabras para describir el dolor por el que esta familia tuvo que pasar.
Daniel Stirling es un sobreviviente y quiso hacer pública su historia para crear conciencia en los jóvenes que por un momento de irracionalidad pueden acabar con vidas y familias enteras.
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