Hannah Rye es una joven de 15 años de edad que ha tenido que enfrentarse a pruebas muy difíciles, cuando cumplió 13 años fue diagnosticada con cáncer, un extraño sarcoma de Ewing que se desarrolló en su estructura ósea.
Este tipo de cáncer suele convertirse en metástasis, y lamentablemente eso fue lo que le sucedió a Hannah. Fue sometida a sesiones de quimioterapia para tratar los devastadores efectos de la enfermedad y logró recuperarse.
Pero el cáncer volvió a aparecer y esa vez el diagnóstico era peor, no había nada que los médicos pudieran hacer para combatir las células malignas. La única opción para Hannah era recibir cuidados paliativos.
Ella siempre fue aficionada del rugby, en medio de su enfermedad logró conocer a jugadores del equipo Newcastle Knights, y Trent Hodkinson, uno de ellos, se mantuvo siempre en contacto con Hannah y su familia.
El estado de salud de Hannah fue empeorando, había días llenos de dolor. Su familia temía que se perdiera su anhelada fiesta de fin de curso escolar, una celebración especial.
La dirección de su escuela decidió cambiar la fecha del evento, lo adelantaron para que Hannah pudiera disfrutar con sus amigos y familiares del día que esperaba con mucha ilusión.
Sus familiares, vecinos y amigos unieron sus esfuerzos para darle una gran sorpresa. La noche de la fiesta Trent Hodkinson, el jugador de rugby australiano, sería su pareja de baile.
Racheal Rye, madre de Hannah, dijo a los medios de comunicación que fue muy emotivo, “Ella era como cenicienta y él un caballero con armadura brillante. Fue un momento mágico cuando él apareció con un ramo de flores frente a nuestra casa. Era una noche perfecta”.
“Ninguna chica podría haber tenido una mejor pareja. Era el caballero ideal, se quedó todo el tiempo junto a ella y ayudó a cortar el pastel. Es un ser humano hermoso y ha hecho la diferencia”, comentó la madre de Hannah.
En los fotografías se percibe la felicidad que irradiaban, su familia comentó que ella nunca había vivido un momento como este y que Hannah ha estado tan mal en las últimas semanas que pensaron que no podría vivir esa experiencia.
Ellos la hicieron sentir como toda una princesa, y valió la pena el esfuerzo para atesorar ese hermoso recuerdo para siempre en su corazón.
A pesar del dolor Hannah jamás pierde la sonrisa, está haciendo todo lo que puede para vivir a plenitud cada minuto agradeciendo el amor y compañía de todos sus seres queridos.
A veces nos quejamos por tonterías y dejamos de agradecer los pequeños detalles, esos que no tienen precio, los que solemos pasar desapercibidos.
Hannah nos recuerda que debemos detenernos a reflexionar, a ser valientes ante la adversidad y vivir cada segundo con alegría. ¡Compártelo!