Para ciertas personas toparse con un indigente puede ser una experiencia en extremo desagradable. Ciertamente, es mucho más fácil voltear la mirada que enfrentarse cara a cara con la miseria. Ahora bien ¿no son ellos, como tú, como yo, también personas? ¿Acaso el hecho de que vivan en la calle los hace merecedores de oprobio y desprecio?
Todo esto vino a la cabeza de Carmen Mendez, una sensible mujer de California, cuando fue testigo de una escena desgarradora que, como es de esperar, le hizo sentir mucho pesar: allí, frente a ella y su novio, en un restaurante de comida rápida, la gente botaba a la basura los restos de comida que una anciana de la calle muy tímidamente le pedía.
Todo ocurrió en un restaurante de comida rápida cuando Carmen y su novio se encontraban en una cita tarde, en la noche. Mientras esperaba para ser atendida, la mujer veía indignada lo que estaba ocurriendo.
Al parecer, los clientes del restaurante preferían mil veces botar sus restos de comida en la basura que entregárselos a una persona que, claramente, se encontraba muy necesitada.
Conmovida ante tanta indiferencia y crueldad, Carmen le comentó a su pareja que si en el momento en que terminaran de comer la señora aún se encontraba pidiendo comida, ella le dejaría sus sobras. Sin embargo, cuando ese momento llegó la indigente ya no estaba a la vista.
«Ni una persona dijo que sí, todos la ignoraban, eso me rompió el corazón», comentó Carmen en su Facebook.
Carmen cuenta que se sintió muy mal sabiendo que la anciana se había devuelto a la calle con todo ese desprecio que recibió en el restaurante. Pero cuando ya estaba a punto de lanzar sus sobras a la basura, escuchó una voz muy suave que le preguntaba si tenía algo que pudiese regalarle. Allí estaba la anciana, esperando pacientemente un poco de comida.
Aunque algo dubitativa, Carmen decidió publicar un post de Facebook en el que relató todo lo ocurrido aquella noche en el restaurante:
«Le di todos mis restos y esperé a ver que se sentara a comerlas… pero algo no estaba bien, me sentía como un horrible ser humano dándole solo unas tiras de pollo y 5 papas fritas sobrantes. Ella merecía algo mucho mejor… al menos una comida caliente, así que le compré un plato solo para ella».
Mientras ordenaba, Carmen le pidió al empleado del restaurante que, por favor, no sacara a la señora mientras comía. Ya para ese momento podía notar el asco en la cara de los otros comensales. Algo que, por supuesto, a Carmen la tuvo sin cuidado, sobre todo cuando vio en la cara de la señora un gesto de agradecimiento infinito que la conmovió hasta los huesos.
Lo que sucedió a continuación permanecerá por siempre en la memoria de Carmen: «Ese abrazo que me dio es algo que yo jamás había experimentado. Esas lágrimas que derramó me llegaron al corazón. Yo solo la abracé de vuelta».
¡Bravo por Carmen! Con su ejemplo nos demuestra que juzgar siempre está de más, sobre todo cuando se trata de alguien que necesita nuestra ayuda. ¡Riega la voz y comparte su historia!