Una madre con el corazón destrozado ha compartido fotos desgarradoras de su bebé nacida sin vida, después de que fuera envenenada en su útero por una condición hepática rara.
Gabriella Morley, de 24 años, de Bramley, Leeds, tenía 39 semanas de embarazo cuando notó que su bebé ya no se estaba moviendo.
Los médicos le dijeron a la futura madre y a su novio Matthew Dalton, de 25 años, que su bebé había muerto después de haber sido envenenada por altos niveles de acidez en el cuerpo de su madre, causados por la rara condición relacionada con el embarazo, denominada colestasis intrahepática (IPC, por sus siglas en inglés).
La afligida madre dio a luz a su hija Poppy el 9 de mayo y la pareja pasó tres días con su pequeña niña en la habitación fría de un hospital antes de dejarla descansar.
Ahora Gabriella y Matthew han compartido fotografías de Poppy en un intento de crear conciencia sobre el síndrome de ICP.
«Es una afección rara, pero creo que más madres deben saberlo», dijo Gabriella. «No quiero que nadie tenga que pasar por lo mismo».
«Perder a Poppy ha sido lo más devastador que he vivido. Ninguna madre debería tener que experimentar cómo es pasar nueve meses de embarazo y salir del hospital sin ningún bebé. Pero sucede y la gente necesita hablar más de eso».
Gabriella y Matthew estaban organizando los últimos pormenores antes de la llegada de la bebé cuando la futura madre se dio cuenta de que no había sentido a la bebé moverse ese día.
Ella dijo: «Cuando llegamos a casa me bañé y sentí algo de movimiento. Pensé que era la bebé y me tranquilicé, pero ahora sabemos que probablemente era mi placenta”.
«A la mañana siguiente no podía sentir a la bebé otra vez, así que fuimos al hospital y me hicieron una ecografía”.
«Después de tener tantos, tú sabes dónde debería estar el corazón y simplemente no se movía. Voltee la cabeza y la partera corrió hacia los pañuelos. Entonces fue cuando supe la fatídica noticia».
«El médico se volvió hacia nosotros y dijo ‘Lo siento, no puedo ver los latidos del corazón de su bebé'».
Recordando el momento desgarrador, Gabriella dijo:
«Recuerdo haber dejado salir ese grito, pero luego me callé y solo miré por la ventana. Matty estaba de pie a mi lado apretando mi mano con su cabeza llorando. La escena era un tanto irreal”.
«Cuando salí de la habitación pude escuchar los latidos de los otros bebés de las otras habitaciones y me desmoroné. Nunca crees que esto te pueda pasar a ti”.
Gabriella dijo que ha «bloqueado» el nacimiento porque fue una experiencia «aterradora».
«Cuando se rompieron mis aguas, estaba tan asustada. Siempre había imaginado que sería un momento feliz, pero saber que nuestro bebé ya no estaba viva lo hacía horrible».
«Dar a luz fue la cosa más triste por la que he pasado. Ella nació con la canción Canon in D de Pachelbel, que es la pieza de música más bella y emocional».
«Recuerdo que Matty levantó la vista y dijo: ¡es una niña!, y el sonido que hice fue horrible, nunca había escuchado algo así. Fue la sorpresa más horrible jamás vista. Siempre habíamos querido una chica”.
«La acostaron sobre mi pecho, pero ni siquiera era capaz de mirarla. Simplemente no podía entender cómo la bebé que había crecido dentro de mí durante nueve meses estaba aquí, pero ella no se movía ni lloraba. Solo hubo un silencio aterrador”.
A lo largo de su embarazo, Gabriella experimentó un picor en el bulto de su bebé, que atribuía a un efecto secundario típico de la piel estirada.
Pero el picor en realidad era un síntoma del IPC que dificulta el flujo de ácidos biliares, que son tóxicos para los fetos, desde el hígado hasta el intestino.
Después de que Poppy fuera mantenida en la ‘habitación fría’ del hospital, pudieron sacarla una hora para bañarla, vestirla, abrazarla y presentarla a su familia.
Antes de que el cuerpecito fuera tomado para una autopsia, la signaron en la frente con agua bendita y se sentaron los padres para una comida final con su hija.
Gabriella dijo que ir a casa sin Poppy era una de las partes más difíciles de la trágica experiencia y que a Matthew le resultó increíblemente difícil dejarlo ir, prometiéndole a su bebé que la «volvería a ver» antes de su funeral.
Poppy fue enterrada en un pequeño ataúd blanco que su madre y su padre llevaron a la capilla “El Canon de Pachelbel en D”, la canción de su hija.
Los padres guardan fotos de Poppy en marcos de la casa y Gabriella dice que le encanta cuando la gente pregunta por su niña, en lugar de tratar de fingir que el nacimiento nunca sucedió.
Gabriella ahora está compartiendo su historia para crear conciencia sobre la enfermedad que mató a Poppy y para alentar a más madres a hablar sobre la trágica pérdida de sus bebés.
«Encuentro tanta comodidad al hablar de Poppy, incluso disfruto de llorar por ella. Se siente tan bien dejarlo salir y sentarse junto a su tumba y llorar”.
«La gente pregunta si tener sus fotos en la casa me molesta más, pero no es así. Ella es mi hermosa niña y quiero recordarla y que la gente la vea”.
«No debería ser un tabú para las madres que han perdido a sus bebés hablar de ellas. Aunque nuestros bebés están en el cielo, todavía somos madres y estamos orgullosos de nuestros hijos».
Un desgarrador testimonio que revela la entereza de esta mujer frente a la trágica y prematura pérdida de la bebé que venía a alegrar los días de la joven pareja. Muchas mujeres deberían estar al tanto de la existencia de este peligroso síndrome.
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