Hoy día es casi imposible encontrar algo que nos sorprenda, pero en este caso es difícil no hacerlo, y es porque en un hotel ubicado en Motilla de Palancar en Cuenca, España, una mujer llamada Julia fue víctima de la discriminación y expuesta a humillaciones. Todo esto cuando un joven representante de una empresa le pidiera que se retirara del evento que ellos estaban realizando porque podría darles “una mala imagen” y “asustar a la gente”.
Julia, de 49 años de edad, tiene síndrome de Down y visitó el Hotel del Sol junto con sus dos hermanas. Las tres mujeres decidieron asistir a un evento publicitario organizado por la empresa “Media Salud”, quienes se dedican a comercializar productos de bienestar.
Cuando vieron a mi hermana vino hacia nosotras un chico de la empresa que organizaba el evento para decirnos que no podía estar allí porque iba a asustar a la gente”, dijo Asunción Leal, una de las hermanas de Julia.
Después de ese hecho abrupto, las tres hermanas decidieron retirarse junto con buena parte de los asistentes quienes decidieron abandonar el evento en solidaridad, debido a los malos tratos que había sufrido Julia.
“Ella estaba llorando, yo simplemente no podía creerlo”, dice Asunción, que decidió denunciar el hecho por el trato discriminatorio. “Mi hermana, ella es un ángel dócil y una mujer pacifica y que, además, no había abierto la boca para hablar en ningún momento”.
Al hacerse pública esta denuncia, el Comité de Entidades Representantes de Personas con Discapacidad de Castilla-La Mancha (CERMI CLM), lamentó y condenó lo ocurrido.
“Desde el CERMI CLM rechazamos de plano estos hechos, gravemente discriminatorios, que constituyen una violación de los más elementales derechos que asisten a toda persona. El CERMI CLM exige a la Justicia, a través de la Fiscalía, a la que se ha dado cuenta de lo sucedido, y a la Administración regional, que actúen al respecto para primero comprobar con celeridad los hechos denunciados y si se confirman se sancione a esta empresa para que sucesos como este no vuelvan a producirse”.
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Mientras es resuelto este asunto, lo que nos queda es el sabor amargo y la impotencia de ver cómo en pleno siglo XXI, la ignorancia y la falta de empatía aun forman parte de la cotidianidad y siguen cobrando víctimas inocentes como es el caso de Julia.
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