La precoz partida del pequeño Gabriel Cruz ha sumergido en un indescriptible dolor a sus familiares y a todos aquellos que tuvieron el privilegio de gozar de su tierna sonrisa, de su increíble optimismo, de sus ambiciosos sueños de biólogo marino, que ahora se han visto cumplidos al llegar nadando al Cielo, junto a los innumerables pececitos que dibujó, como lo ha descrito su madre.
Y entre esos privilegiados están, ¡cómo no!, sus compañeritos de clase.
Y es que después de 12 largos días de búsqueda, toda la institución educativa, el CEIP, Colegio Virgen de Loreto de Almería, permanecieron en vilo junto al resto de españoles, con la esperanza de volver a ver al pequeño Gabriel en sus aulas.
Pero el lunes por la mañana fue el día más triste de la historia de la institución, como lo declaró Diego Plaza, el director del CEIP.
“Nos sentimos abatidos y les enviamos nuestro apoyo, ánimo y solidaridad a la familia de Gabriel».
Después de hacer un minuto de silencio por el “pescaito”, el director calificó ese día como “el más duro de la historia del centro”.
Y como es lógico, profesores y compañeros, después de la tensión en el ambiente durante los días de búsqueda, se han venido abajo, sin poder contener las lágrimas.
“Todos están muy mal, pero los docentes tienen que hacer frente al hecho de que los alumnos están muy abatidos y hay que responder a sus preguntas”, ha dicho el director.
Los padres de otros compañeros tampoco pueden guardar la compostura y rompen a llorar, exclamando que no encuentran las palabras para explicar a sus hijos el hecho de que Gabriel ya no esté, “todos saben que las personas cercanas a la familia son las que te protegen y esto no tiene ninguna explicación”, declaran.
Sin embargo, en medio del dolor, han querido vestir de pececitos las paredes externas del cole, aquellos cientos de peces cuyos nombres Gabrielito sabía de memoria.
Y otra de las reacciones improvisadas por los niños, que ha conmovido grandemente ha sido la de armar aviones de papel, que al pequeño tanto le gustaban.
«Y espontáneamente dijeron: A Gabriel le gustaba hacer aviones… Pues vamos a hacer aviones hoy”, declaró el director.
Y así llenaron el comedor con ese gesto tan inocente de sus compañeros, pero que les sale del fondo del corazón, porque no saben cómo más superar su ausencia entre las aulas de clase.
Nos solidarizamos también con los compañeros y profes de Gabriel, quienes día a día gozaron de sus ocurrencias, de sus sueños, de su inocencia, de su bondad, de su capacidad por alegrarle el día a cualquiera. Ahora, sin duda, está más presente que nunca en las aulas de su colegio, pero sobre todo en los corazones de todos quienes fueron parte de sus cortos 8 años de vida.
Unámonos a la comunidad educativa de Gabriel para hacerle llegar nuestro avión de papel que llegue directo al Cielo, que lo traiga de vuelta al corazón de sus padres para que puedan afrontar este nuevo caminar sin él. Comparte esta emotiva noticia en tus redes.