En algunos crímenes, el autor atenta contra la vida de alguien muy cercano, y asume una postura completamente fría para negarlo y evitar ser descubierto. Después del atroz asesinato de Gabriel, salen a colación otros casos en los que los culpables actuaron confiados en que jamás caería sobre ellos el peso de la justicia.
Pasaron de víctimas a culpables en poco tiempo, son asesinos a sangre fría. Según Juan Francisco Alcaraz, presidente de la Sociedad Española de Investigación de Perfiles Criminológicos (SEIPC), permanecer en el escenario del crimen les da la sensación de tener todo bajo control.
1.- Ana Julia Quezada
El caso del asesinato de Gabriel Cruz ha estremecido a España, durante 12 días de angustia, se mantenía la esperanza de encontrarlo con vida mientras el mejor equipo de investigadores de la Guardia Civil junto a otros cuerpos de seguridad y miles de voluntarios participaban en la “Operación Nemo”, llamada así en honor a la afición del niño por el mar y los peces.
Entre las personas que colaboraba en la búsqueda y daba mensajes de aliento a los padres estaba Ana Julia Quezada, la pareja de Ángel Cruz, el padre del niño. Ella comparecía ante los medios de comunicación y se mostraba angustiada y desconsolada, pedía que quien tuviera a Gabriel se apiadara de él y lo liberara.
Asimismo, decía que nadie podría ser capaz de hacerle daño a un niño tan bueno y dulce como Gabriel.
Desde que se convirtió en sospechosa fue investigada exhaustivamente por los agentes de la Guardia Civil, quienes comprobaron su implicación en el hecho tras las incongruencias en sus declaraciones.
Finalmente fue detenida el domingo 11 de marzo cuando en medio de los nervios y el temor a ser descubierta sacó el cuerpo de Gabriel que lo mantenía oculto en la finca de Rodalquilar, propiedad de sus familiares para trasladarlo a Vícar.
Los agentes la interceptaron arrestándola de inmediato después de ver el cuerpo sin vida de Gabriel dentro del maletero de su coche.
Ella lo negó: “Yo no he sido, he cogido el coche esta mañana”.
Ana Julia engañó a todos con sus lágrimas, y sus palabras esperanzadoras, quiso despistar la investigación con el hallazgo de una camiseta de Gabriel, mantuvo el resto de ropa oculta en la casa de su abuela durante varios días.
Ella jamás se imaginó que sería descubierta y con su mente fría y calculadora ejecutó cada acción en contra de Gabriel, a quien mató el 27 de febrero por la tarde poco después de su desaparición.
La conducta de Ana Julia ha sido comparada con la de otros asesinos que encontraron a sus víctimas en su entorno más cercano. Antes de ser descubiertos actuaron conmovidos por la tragedia y colaborando en las labores de búsqueda.
Sus rostros fueron vistos en los medios de comunicación donde ganaron protagonismo, y en los casos en los que localizaron el cadáver, entonces clamaban por justicia.
2.- Javier García (alias “El Cuco”)
“El Cuco” participó en las labores de búsqueda de Marta del Castillo desde su desaparición el 24 de enero de 2009 en Sevilla.
Atendía a los medios de comunicación y ofrecía sus declaraciones sobre el hecho.
Fue detenido por encubrir el asesinato de Marta, de 17 años, los implicados han ofrecido hasta nueve confusas versiones de los hechos y todavía no se ha podido localizar su cadáver.
3.- Rosario Porto y Alfonso Basterra
Esta pareja fue condenada a 18 años de prisión por asesinar a su hija adoptada, Asunta Young Fang, de 12 años. La adoptaron cuando ella tenía un año.
El 22 de septiembre de 2013, apareció el cadáver de la menor en una cuneta en un área cercana a Santiago de Compostela, los padres se mostraron angustiados durante la desaparición.
“Ojalá tuviese una sospecha, es mi mayor interés en la vida que se encuentre a quien lo hizo. No sé muy bien para qué porque eso no me va a devolver la vida de Asunta. Ella no me molestaba en lo absoluto, era el centro de mi vida”, dijo la madre en una entrevista.
Los investigadores comprobaron que la sedaron durante meses y la asfixiaron mecánicamente hasta acabar con su vida.
En la residencia de Rosario encontraron cuerdas semejantes a las que emplearon para atar el cadáver de la niña. Había presencia de ansiolítico Lorazepam en grandes cantidades en la sangre de la menor.
El ordenador portátil y un teléfono móvil del padre desaparecieron al inicio de la investigación y alguien colocó de nuevo el ordenador en su casa, pero después de manipular el disco duro.
4.- José Bretón
José Bretón mató a sus propios hijos, Ruth Bretón Ortiz de 6 años y José Bretón Ortiz de 2 el 08 de octubre de 2011 en Córdoba, Andalucía.
El padre denunció la desaparición de los niños en un parque tras un despiste suyo, actuó con frialdad presumiendo que jamás sería descubierto por los investigadores.
Él llamó al 112 para denunciar que sus hijos habían desaparecido solicitando la intervención de la policía.
Después de que Ruth, su esposa, le comunicara su deseo de divorciarse él quiso tomar venganza en su contra y atentó contra la vida de los dos niños.
Ya tenía planeado el atroz crimen, trasladó a los pequeños a una finca aislada, propiedad de su familia. Les suministró ansiolíticos y tras comprar una cantidad importante de combustible preparó todo en el lugar para encender una hoguera en la que empleó 250 kilos de leña y 80 litros de gasoil y así quemar los cuerpos para desaparecerlos por completo.
El primer informa de la investigación judicial establecía que la antropóloga forense de la Policía Científica que analizó los restos encontrados en la hoguera determinó que los huesos pertenecían a animales.
El informe retrasó la resolución del caso, la madre de los menores solicitó un segundo estudio realizado por el antropólogo Francisco Etxeberria, quien comprobó que había fragmentos óseos de seres humanos que podrían corresponder a niños de dos y de seis años. Se realizó un tercer análisis donde José María Bermúdez comprobó que eran los restos de los niños y así se concluyó la investigación con la destitución de la antropóloga que emitió el primer informe.
Se desconoce si los pequeños ya habían fallecido, José Bretón fue condenado a 40 años de cárcel por doble asesinato con agravante de parentesco, premeditación y carácter despiadado en la ejecución del crimen.
Posteriormente rebajaron su condena a 25 años.
Todos estos asesinos tienen algo en común: fingieron estar compungidos ocultando que habían atentado contra la vida de sus víctimas sin rastros de empatía por el dolor de la familia.
Ana Julia incluso les daba esperanza a Ángel y a Patricia de encontrar a su hijo Gabriel con vida cuando ella ya le había dado un desenlace fatal.
Este tipo de criminales quiere controlar todos los frentes de las pesquisas y participar en la búsqueda de personas que han matado les sube la adrenalina, pero así se creen invulnerables.
Su afán por ser protagonista y la sobreactuación puede desatar las alarmas, así como los errores cometidos producto de la ansiedad. Tienen componentes psicopáticos como la manipulación, el cariño exagerado fuera de contexto, la frialdad emocional, las mentiras, así como la ausencia de empatía y sentimientos hacia la víctima.
Cuando los investigadores manipulan al criminal con estrategias que promueven los errores de los sospechosos se suelen resolver los casos.
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