Sabemos que los gatos son animales esencialmente cazadores. Y existe una teoría según la cual ellos consideran que sus humanos no se encuentran lo suficientemente capacitados para buscar el sustento por sí mismos.
Es por ello que los dueños de gatos encontramos frecuentemente ciertas “ofrendas” o “regalos” que nos han traído nuestros mininos. Claro está que también están quienes consideran que estos donativos no son otra cosa que muestra del incondicional afecto que ellos nos tienen demostrándonos lo expertos cazadores que son.
Sea cual sea la teoría más acertada para explicar estos comportamientos, lo cierto es que el caso que te presentamos hoy, refleja además de lo anterior, la profunda conexión que puede establecerse entre un felino y su humano, sobre todo cuando los años de convivencia los llevan a conocerse a plenitud el uno al otro.
Este es el caso de Ben y su gata Baloo, quienes hicieron amistad desde que ella era apenas una bebé y Ben vivía en una residencia estudiantil cercana a la universidad donde cursaba estudios.
Actualmente mantienen una sólida relación que se manifiesta en las constantes muestras de cariño que se demuestran mutuamente día a día y en la compañía que se brindan el uno a la otra.
Lo más sorprendente de esta amistad comenzó a notarse cuando Baloo dio inicio a una costumbre bastante insólita. Cada amanecer, justo antes de que Ben despertara, dejaba junto a su cama una presa cazada por ella.
El estupefacto joven encontraba a sus pies o, peor aún, sobre su pecho, pequeños ratones, pajaritos, lirones y otros trofeos de caza que le ofrendaba su gata, los cuales generalmente estaban maltrechos, pero vivos, y tenían que ser perseguidos para que salieran del dormitorio.
Ante tantos intentos fallidos de complacer a Ben, Baloo se entristeció muchísimo, pero no desistió en su esfuerzo; en su lugar decidió cambiar el tipo de ofrenda que le brindaba a su adorado humano.
El cambio de estrategia comenzó a surtir efecto, pues el rostro de Ben ya no denotaba repulsión ni rechazo ante los obsequios matutinos de Baloo. Por el contrario, sus ojos se llenaban de alegre gratitud cuando descubría lo que su querida gata le traía cada mañana: ¡hojas!
¡Sí, grandes hojas de los árboles que rodean la casa! Hojas que eran recibidas por Ben con gran alegría, ternura y, ¿por qué no? Alivio, al no tener que salir a perseguir a ninguna presa.
Acertadamente, la gatita pareció intuir que su dueño podría ser herbívoro; y, aunque podría no ser complemente cierto, la hermosa minina quedó satisfecha con la cara sonriente de su dueño al ver las hojas que le llevaba.
Baloo es doblemente recompensada cada día por los regalos que le trae a su humano; por un lado, con un delicioso desayuno y, más importante aún, con miles de caricias que son recibidas con alegres ronroneos por esta preciosa gatita que puso todo su esfuerzo en descubrir qué es lo que le gusta a su humano.
Sin duda alguna, es una felina muy astuta. No te quedes sin compartir su peculiar historia.