En un hogar hay muchas tareas por hacer, y lo ideal es que sean compartidas en equipo para que una sola persona no asuma más carga de la que puede soportar.
Pero no siempre en los matrimonios las labores se distribuyen de manera equitativa, en algunos casos las creencias machistas imponen que sea la mujer la que asuma las riendas de la casa y el rol de la maternidad.
Una mujer de Reino Unido llamada Celeste Erlach le escribió una carta a su marido en la que admite que es no es capaz de hacer todas las tareas que asumió, aunque parezca que no le costara esfuerzo alguno.
Ella tenía mayor peso en hacer las labores domésticas y cuidar a sus hijos, se sentía abrumada además por la presión social de hacer todo “perfecto”.
Su mensaje fue compartido en la página de Facebook de “Breastfeeding Mama Talk”, un foro de apoyo para madres en etapa de lactancia y se ha vuelto viral.
Así dice la carta:
“Querido marido, yo necesito más ayuda:
Anoche fue duro para ti. Te pedí que cuidaras del bebé para que yo pudiera irme pronto a la cama, el bebé estaba llorando, aullando realmente. Le podía oír desde el piso de arriba y mi estómago se encogía por el sonido, preguntándome si debería bajar y ayudarte o simplemente cerrar la puerta para poder desesperadamente conseguir esas horas de sueño tan necesarias. Elegí lo último.
Viniste a la habitación veinte minutos después con el bebé aun llorando frenéticamente, colocaste al bebé en la cuna y delicadamente lo acercaste a tan solo centímetros de mi lado de la cama, un claro gesto de que ya habías hecho suficiente.
Quise gritarte. Quise comenzar una discusión épica en ese mismo momento, me pasé el maldito día cuidando al bebé a nuestro otro pequeño. Me pasé despierta toda la maldita noche alimentando a nuestro bebé. Al menos podías haberte hecho cargo por un par de horas por la tarde para que yo pudiera dormir. Solo unas pocas horas de precioso sueño. ¿Eso es pedir demasiado?
Sé que los dos crecimos viendo a nuestros padres en los típicos roles establecidos por la sociedad. Nuestras madres eran las principales cuidadoras y nuestros padres estaban relativamente liberados.
Fueron padres maravillosos, pero no se esperaba de ellos que pasaran una parte representativa de su tiempo cambiando pañales, alimentando, cuidando y estando atentos a las necesidades de los niños.
Cocinaban, limpiaban y sacaban adelante a los niños. Cualquier ayuda del padre era bienvenida, pero inesperada.
Noto cómo nosotros estamos cayendo cada día en esa dinámica familiar. Mi responsabilidad de alimentar a la familia, mantener la casa limpia y cuidar de los niños se asume, incluso sabiendo que yo voy a regresar a mi trabajo.
Me culpo a mí misma en gran parte. He sentado el precedente de que puedo hacerlo y la verdad es que quiero.
Sin ofenderte, pero no estoy segura de qué pinta tendría la cena si tu te hicieras cargo de esa tarea durante una semana.
También veo a mis amigas y a otras madres hacer lo mismo, y hacerlo bien. Sé que tú también lo ves, si ellas pueden y nuestras madres también pudieron, ¿por qué yo no? No lo sé.
De pronto nuestras amigas están interpretando el papel públicamente y en privado sufren, quizás nuestras madres sufrieron durante años en silencio y treinta años después no recuerdan lo duro que fue. O tal vez es algo por lo que me reprendo a mí misma todos los días.
No estoy capacitada para el trabajo como los demás, y por mucho que me avergüence simplemente con pensarlo, lo voy a decir: necesito más ayuda.
Una parte de mí se siente fracasada solo por pedirla, es decir, tú ayudas, eres un padre maravilloso y haces un gran trabajo con los niños. Se supone que esto debería salirme fácil, ¿verdad? El instinto maternal, ¿no? Pero soy humana y mantengo con cinco horas de sueño y estoy terriblemente cansada. Te necesito”.
Esta es la publicación original:
Miles de mujeres alrededor del mundo se han sentido identificadas con sus palabras que se han convertido en inspiración para que muchas se liberen y se sientan en confianza de pedir la ayuda que necesitan. Es verdad que los niños demandan más cuidados de la madre, pero para que ella sea capaz de asumir el rol cada día a pesar del cansancio que exige, de las horas de sueño que se sacrifica, del tiempo para sí misma, es necesario que cuente con la colaboración de su compañero y en equipo velen por la salud física y emocional del otro logrando así un hogar feliz.
Las labores deben estar equilibradas, no es justo que uno de los dos dedique un esfuerzo y tiempo desproporcionado para mantener la casa y la familia que ambos formaron juntos.
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