Ella cuenta cómo se siente vivir con doble trasplante de pulmón a los 27 años

La historia de Pippa Kent comenzó con una afección que produce acumulación de moco espeso en los pulmones y el sistema digestivo.

Aunque ella nació con esa patología se la diagnosticaron dos años después. La  fibrosis quística (FQ) la ha acompañado toda su vida.

Pippa narra que cuando era niña tuvo mucha suerte, a pesar de que debía realizarse chequeos en el hospital cada tres meses, y que para mantenerse activa como el resto de los niños tenía que consumir gran cantidad de medicamentos, para ella su infancia fue normal.

Sus padres se aseguraron de que participara en equipos deportivos y mantuviera sus pulmones tan saludables como fuera posible.

Tenía que viajar cada dos años a Londres, para realizarse estudios específicos, sin tener que preocuparse por su salud. Sin embargo, con el tiempo empezó a presentar recurrentemente ataques de tos e infección pulmonar.

Las complicaciones respiratorias estaban a la vuelta de la esquina, y en la misma medida crecía su problema. Las visitas a Londres se hicieron más frecuentes por la continua aparición de quistes que crecían cada vez más rápido.

Tras viajar durante cinco semanas por el sudoeste asiático, Pippa recibió su primer ingreso hospitalario para recibir un tratamiento con antibióticos por vía intravenosa para tratar su infección respiratoria.

El tipo de tratamiento aplicado es considerado en los países del medio oriente como muy efectivo, por lo que representó una alternativa para la cura de su padecimiento.

Pasado el tiempo, ingresó a la universidad, y a pesar de las interrupciones en la asistencia a clases por la aplicación de su tratamiento por vía intravenosa, el uso de los nebulizadores y los medicamentos diarios que nunca podían faltar, durante sus estudios trató de llevar una vida lo más normal posible como la del resto de los estudiantes,

Sin embargo, los efectos secundarios de tantos medicamentos estaban agravando su estado de salud, especialmente sus vías respiratorias. Comenzó a ser una situación que no dejaba de preocupar a sus padres y familiares cercanos.

En 2016, después de consecutivas infecciones, el deterioro de su función pulmonar y el poco efecto de los antibióticos que ya no la ayudaban como solían hacerlo, se hizo imperante la discusión sobre la posibilidad del trasplante de pulmón.

Simplemente el trasplante era la única opción para que Pippa pudiera seguir con vida, ya que las afecciones eran cada vez más difíciles de tratar y se alejaba más y más de lo que podría ser una vida normal para ella y su familia.

Finalmente, el trasplante se realizó con éxito, sin embargo, afectó su vida. Es cierto que sin el trasplante ella no habría sobrevivido, pero ha sido un camino con muchos desafíos. Tuvo un pulmón parcialmente colapsado y un linfoma post-trasplante que influyó en el tiempo de su recuperación.

Lo que más le inquietaba era que todos esos obstáculos se convirtieron en un retraso para su vuelta a la normalidad. Actualmente vive en un apartamento con su novio y un cachorro. Está explorando las opciones de cómo volver al trabajo.

Ha tenido que cambiar completamente su estilo de vida, pero reconoce que está muy contenta porque ahora puede planificar a largo plazo. Sabe que va a estar presente en la vida de sus familiares y seres queridos por mucho tiempo.

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Aunque no ha sido un camino fácil de transitar, cree que la vida le ha dado una nueva oportunidad y quiere aprovecharla y disfrutarla al máximo.

Comparte la maravillosa historia de vida de Pippa, desde aquí todo el éxito y la felicidad para ella.

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