Shannon Hubbard, una madre de tres niños, con a penas 25 años de edad, tuvo que enfrentarse al riesgo de muerte después de haberse operado para ponerse un dispositivo en el útero como método anticonceptivo. Ahora, además de todo lo que sufrió con el dolor, no podrá tener más hijos. Esto ocurrió en Sunshine Coast, Australia.
Ella fue al ginecólogo el 22 de marzo de este año y se insertó un Dispositivo Intra-Uterino llamado Mirena. Decidió usar este popular método ocho semanas después de dar a luz a su tercer hijo, Harrison. Rápidamente notó que algo malo pasaba cuando empezó a sangrar, empapando las almohadillas cada 40 minutos.
«Cada vez me hacía más consciente de que estaba sangrando mucho. El ginecólogo me dijo que podría manchar un poco pero yo estaba llenando almohadillas cada 40 minutos y me salían coágulos de sangre»
Tuve que ir a la sala de emergencia, y para el momento en que me acostaron en la cama ya había empapado el área de maternidad, mis pantalones y la silla de ruedas», contó Shannon.
Enseguida decidieron practicarle una intervención para ver qué pasaba, y los doctores encontraron una rasgadura de cuatro centímetros, además de un gran coágulo de sangre. La operación fue exitosa, pero ella estuvo a punto de perder la vida y a partir de ahora será muy riesgoso volver a quedar embarazada.
«Cuando hablé con el cirujano y le describí cómo me sentía, le dije que era como si estuviese a punto de morir, y él me contestó ‘lo estabas'»
«Todavía tengo mi útero, pero me aconsejaron no quedar embarazada de nuevo porque sería muy riesgoso, podría rasgarse otra vez el útero… Yo estoy devastada y no sé cómo esto me afectará. Tengo solo 25 años, me queda una vida por delante y me han quitado algo importante. No puedo dejar de pensar que una pequeña decisión me cambió la vida», continuó Shannon, quien después de nueve días en el hospital, por fin se está recuperando.
La madre de tres niños tiene el útero invertido, lo cual significa que está inclinado y eso aumenta el riesgo de efectos colaterales en las mujeres que deciden insertarse métodos anticonceptivos como ese.
En estos casos, los ginecólogos deben advertir a las mujeres, y Shannon asegura que el suyo jamás le mencionó nada sobre los riesgos de implantarse ese dispositivo. A pesar de ello, no tomará acciones legales.
«Mi mensaje es que nunca se inserten el Mirena. Solo siento que si hubiese sabido cuáles eran los riesgos de las mujeres con úteros de formas diferentes, lo hubiese discutido con mi doctor»
Pobre Shannon, menos mal que fue al médico a tiempo, que tiene tres hijos saludables y, por supuesto, que se salvó su vida. Sin embargo, no es justo lo que le ocurrió. Esperamos que sus consejos sirvan a otras mujeres.
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