Durante la ceremonia de la boda real entre Meghan y Harry hubo varios momentos emotivos.
No solo las manos de los novios se enlazaron para darse el sí definitivo, otras manos se enlazaron causando una cálida sonrisa en Doria Ragland, la madre de Meghan, cuyo rostro se ilimuminó cuando el Príncipe de Gales tomó su mano al terminar la ceremonia para que no se sintiera sola.
En el principio de la ceremonia, ciertamente se pudo ver a la mujer visiblemente incómoda, al sentirse sola y un poco emocionada por el momento tan entrañable que estaba viviendo: ver de blanco a su hija, casándose con el Príncipe Harry. Lamentablemente, se encontraba sola en este paso tan decisivo de su hija, y las emociones que corrían por sus venas, demasiadas.
Sin embargo, su porte exterior fue bastante digno, a la altura de las circunstancias. Una mujer que supo conservar su lugar en todo momento. Su equilibrio y su calma fueron un modelo de control en circunstancias completamente extrañas y difíciles.
Lo más fuerte llegó en el momento de abandonar la Capilla de San Jorge; todas las parejas salían juntas, los hombres tomando de la mano a sus mujeres, pero Doria estaba allí, completamente sola.
Pero lo que jamás imaginó fue que el Príncipe Carlos, para sorpresa de todos, sería quien advirtiera ese detalle y que en un tremendo acto de nobleza y de infinita educación con la madre de la novia, se detuviera para tomar de la mano a Doria.
Era un gesto que parecía simbolizar la unión de las dos familias, aparentemente de razas tan diferentes.
Fue así como el príncipe Carlos tomó su mano con delicadeza y la animó a reincorporarse en el grupo.
Luego caminaron, junto con Camilla Parker, hacia fuera de la capilla, donde Doria se encontraría por fin con su hija.
Ningún rostro en la capilla el sábado resplandeció de placer como el de ella en ese momento, pasó de una angustia visible a una tranquilidad envidiable.
Los acontecimientos anteriores en torno a la cancelación de la asistencia a la boda del padre de Meghan y los escándalos generados, la hacían sufrir sobre manera. Pero ella siempre estuvo resuelta a acompañar a su hija en un día tan importante, así que sin dudar tomó el vuelo de 11 horas desde Estados Unidos para estar presente en la celebración que le sacó un par de lágrimas.
Jamás imaginó que se sentiría tan cómoda junto a Carlos y a Camila, palpando una gran hospitalidad de su parte.
Muchos advierten que Meghan ha heredado la fuidez y la inteligencia de su madre, y es lo que a sus 61 años de edad, Doria Ragland ha demostrado ampliamente con su comportamiento en un entorno aristocrático al que lógicamente no ha estado acostumbrada.
Una madre soltera, como muchas, que sacó adelante a su pequeña con el mayor esfuerzo y dedicación que solo una madre sin el apoyo de su pareja y en medio de un ambiente hostil trabajando para personas de raza blanca, sabe lo que significa.
Aquí se la puede ver ya finalmente reunida con Meghan. Sin lágrimas, habiendo superado todos los temores vividos durante el intenso cúmulo de emociones tras una semana de escándalos que ya han quedado en el olvido, como le corresponde a la suegra de Harry, y a la nuera de Carlos.
Es de aplaudir el gesto de Carlos con Doria. No todo el mundo es capaz de detenerse a pensar que otro puede estar pasándoselo mal. Aunque este hombre ha sido extensamente criticado por su pasado, en esta ocasión se merece un reconocimiento.
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