Un soldado del ejército norteamericano ha sorprendido al mundo con un gran gesto, como pocas veces vemos en nuestros días.
Si bien es cierto que su profesión los lleva a arriesgar su propia vida para salvaguardar la seguridad de las fronteras, muchas veces otros actos que pasan ocultos pueden convertirlos en héroes de la patria de verdad.
Como lo que le sucedió a este ejemplar soldado, Robert Risdon, que se encontraba en un local de comida rápida, un Taco Bell de Fort Benning, en Georgia.
Cuando este hombre estaba haciendo su pedido, se le acercaron dos chicos jóvenes, uno de 13 años y un pequeño de 9 para hacerle una curiosa petición.
Ellos estaban recaudando fondos para su iglesia local, por lo que se preguntaron si tal vez él quería ayudarlos comprando unos dulces que vendían. El soldado inmediatamente tuvo una actitud empática con los jovencitos, y aunque comprarles los dulces habría sido un buen gesto de su parte, enseguida se interesó por su situación.
Risdon notó que los chicos estaban muertos del frío, tenían la ropa mojada y probablemente no tendrían ni siquiera los recursos suficientes para comer.
Fue entonces cuando se atrevió a preguntarles si habían cenado, y su corazón quedó destrozado al enterarse que estaban acostumbrados a comer un plato fuerte al día y nada más.
No podía quedarse con los brazos cruzados sin hacer nada, lógicamente los invitó a cenar.
El buen hombre les dijo que podían pedir cualquier cosa que quisieran…
Mientras esta impactante escena tenía lugar, Jason Gibson, uno de los comensales del local estaba totalmente conmovido con la imitable generosidad del soldado, así que decidió grabarlo todo.
Jason no pudo menos que compartir el emotivo momento con todos sus amigos en las redes sociales, invitando a aplaudir el conmovedor gesto de Risdon.
El video se hizo viral en cuestión de horas llegando incluso a los medios locales, que se interesaron por la historia del soldado y su valiosa lección de generosidad.
Cuando Risdon fue entrevistado por los medios, se sintió totalmente intimidado, y reconoció que lo que hizo lo pudo haber hecho cualquiera, y que no se sentía héroe en lo absoluto.
«Estoy un poco avergonzado y humillado por los elogios, que no me los merezco ni tampoco los necesito. Creo que estamos rodeados de las mejores personas y que los actos de bondad suceden todos los días», dijo Risdon.
¡La humildad de este soldado no tiene precio!
Es muy gratificante encontrarse con personas así, esos héroes son los que necesita el mundo y es el ejemplo que necesitamos ahora Los pequeños, sin duda, jamás olvidarán a ese soldado compasivo que un día los invitó a cenar, y probablemente repliquen esa misma compasión cuando encuentren un alma necesitada.
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