Preston Rolan es un amoroso padre que siempre soñó con poder entregar a su hija en el altar el día de su boda.
Vieneese Stanton, su hija, se encontraba muy emocionada planeando su boda para el próximo año; pero todos los planes se vieron bruscamente interrumpidos cuando les llegaron las noticias que más temían de los médicos.
Tras una revisión médica, Preston fue diagnosticado con leucemia. Como todo un luchador decidió comenzar inmediatamente el tratamiento y siempre tenía en mente los momentos tan especiales que esperaba poder compartir junto a su familia.
“Esas eran sus dos motivaciones. Siempre hablaba de mi futuro bebé, y siempre hablaba de mi boda”.
Rolan dio lo mejor de sí en los tratamientos, pero con el paso de los meses los médicos decidieron hablar con Vieneese para explicarle que realmente ya no había nada que se pudiera hacer. A su padre le quedaban pocos meses de vida, y lo mejor sería aprovechar ese valioso tiempo juntos.
Preston recibió el diagnóstico cuando acababa de cumplir 64 años de edad.
Sin pensarlo dos veces Vienesse habló con su prometido y ambos decidieron adelantar la boda. Ante la necesidad de compartir este día tan importante junto a su padre, la pareja decidió que celebrarían la boda en Noviembre.
Originalmente la boda estaba planeada para el mes de Abril.
Lo mejor de todo era que se trataba de una sorpresa para levantar el ánimo de Rolan, así que Vienesse se puso en contacto con las enfermeras y todo el personal se mostró muy receptivo en colaborar para poder dar ese regalo tan especial a Rolan.
Más de 150 empleados del hospital participaron en la planificación de la boda.
Elaine Esler, la directora de Enfermería explicó cómo todo el personal dio todo de sí para preparar el momento de la boda en el hospital. Decoraron los pasillos, buscaron un chef, un músico y hasta lograron mantener todo en secreto para que resultara en una verdadera sorpresa.
Se espera que el bebé de Vienesse nazca en Marzo.
Cuando llegó el esperado momento Rolan no cabía en sí de su alegría. Quedó completamente impactado al ver a su hija vestida de novia y de manera muy amorosa la acompañó por el pasillo para entregarla a su futuro esposo.
“Fue algo muy emotivo y especial de ver. Todos teníamos lágrimas en los ojos”.
Celebramos esta boda tan especial que nos recuerda que lo más importante es poder compartir los momentos más bonitos de la vida junto a nuestros seres queridos.
Es admirable la labor de las enfermeras para hacer que la familia tuviera un día inolvidable, comparte esta historia como un recordatorio del valor de disfrutar cada segundo de la presencia de quienes más amamos.