La gratitud es una de las virtudes más bonitas del ser humano, surge de manera especial hacia los padres, quienes hacen una labor altruista al entregar su tiempo, sus horas de sueño, su cariño, todo de sí, para velar por el bienestar y la salud de sus hijos ofreciéndoles lo mejor.
Desde que los niños llegan al hogar se encargan de darles la atención y cuidado que necesitan por ser seres tan pequeños, vulnerables y dependientes.
A pesar del esfuerzo físico y los gastos que exige criar a un hijo, los padres luchan sin descanso por darles la mejor calidad de vida posible a pesar de las adversidades que puedan enfrentar.
Años después sufren el síndrome del nido vacío cuando esos hijos se independizan, se marchan del hogar en muchos casos para formar una familia o para emprender sus carreras profesionales.
Mientras tanto, los padres van envejeciendo y con los años aparecen las afecciones, disminuyen las capacidades físicas y cognitivas, cada vez requieren más atención y compañía.
Lamentablemente muchos ancianos no cuentan con el apoyo y la comprensión de sus hijos cuando más lo necesitan, algunos no consideran que merecen recibir la misma paciencia y comprensión que entregaron durante su juventud.
La carta de esta madre para su hijo es una reflexión sobre eso y está conmoviendo a miles de personas. Esto es lo que dice:
“Querido hijo mío:
Te escribo esta carta con total sinceridad y noble intención. Te escribo esta carta porque te quiero, porque te amo y porque quiero que seas feliz todos los días de tu vida. Te escribo esta carta para hacerte una petición…
Y lo que quiero pedirte esta vez es cuando me veas vieja te armes de paciencia y tolerancia. Debes comprender que en la vida sucede un ciclo en el que uno nace, se convierte en un niño, después en un adolescente y luego en un adulto y cuando el adulto llega a la vejez vuelve a convertirse en un niño otra vez. Y a actuar como lo haría un niño, pero en un cuerpo de anciano.
Quizás te repita las historias y anécdotas que viví, tal vez no te escuche bien y te pida que repitas lo que me contaste otra vez. O tal vez pierda el hilo de la conversación y no pueda recordar qué hacía o de qué hablábamos. Ten paciencia y no te enojes conmigo, nada de esto lo haré con maldad.
Lo único que me importará es poder compartir tiempo contigo.
Tal vez quiera comer alimentos que no pueda ingerir porque afectarían mi salud, intenta explicarme con cariño por qué no debo hacerlo, así como yo te expliqué que no podías comer dulces cuando eras niño para que no te dañaras los dientes. Recuerda que te enseñé lo que sabes y ahora es tu turno.
Esfuérzate porque te comprenda y ayúdame, así como yo lo hice contigo.
Es probable que tenga problemas para adaptarme a nuevas tecnologías o necesite más tiempo para poder aprender de ellas y comprenderlas. No te enojes ni me grites, tenme paciencia que despacito podré lograrlo y sino será divertido reírnos recordando las anécdotas.
Puede ocurrir que mi cuerpo ya no responda como antes y ya no pueda correr, saltar, jugar en el piso y alzarte como en años anteriores. Por favor hijo, te pido que ahí me des tu mano y tu confianza. Sé que a tu lado podré superar la vejez y no seré una carga para ti.
No olvides que alguna vez fui yo la que te enseñé a caminar, a hablar, la que te abrazó, la que te contuvo, la que te dio de comer, la que te cuidó cuando te sentías mal, la que escuchó y vio cada cosa que quisiste mostrarme y contarme. Y todo lo hice con toda la paciencia que pude y con todo el amor que aun siento por ti.
Cada momento lo disfruté y aprendí de todos. Así que gracias por eso.
Por eso hijo, una vez más te digo: cuando me veas vieja, tenme paciencia y trata de comprenderme porque será difícil para mí y si no logramos llevarlo con humor y cariño será también difícil para ti. No te sientas triste cuando envejezca porque he disfrutado el paso de mi vida junto a ti cada día.
Disfrutemos ahora de compartir momentos juntos, de reírnos, de abrazarnos, de vernos, demostrémonos todo el cariño que nos tenemos ahora que estoy y por sobre todas las cosas recuerda cuánto te amo.
Atentamente, tu querida madre».
El mensaje que esta mujer de la que no se conoce su identidad, dirigió a su hijo ha llegado al corazón de muchos, no te vayas sin compartirlo.