Un embarazo es importante acontecimiento para una mujer, más cuando se está sana y en las condiciones para concebir a la criatura sin ninguna dificultad. Este fue el primer pensamiento que tuvo Lisa Forrest, cuando a los 27 años de edad descubrió que estaba embarazada, una gran noticia para ella y su pareja Charlton. Sin embargo, un examen de rutina en la semana 20 de gestación cambió totalmente su panorama.
El médico de cabecera de Lisa le indicó realizarse una prueba de papanicolaou y en ella descubrieron algunas anomalías, con posteriores exámenes delataron la presencia de un cáncer de cérvix. De este modo de considerarse una mujer joven, sana y en forma, Lisa pasó a ser paciente de cáncer con un embarazo de alto riesgo.
«Como puedes imaginar, es una de las noticias más devastadoras que puedes recibir cuando esperas a tu primer bebé», comentó Lisa.
Frente al diagnóstico, la mujer debía decidir entre iniciar o no un tratamiento de quimioterapia, a sabiendas de que podría afectar a su bebé o en última instancia decidir si quería interrumpir el embarazo.
El mundo se vino abajo para Lisa y su pareja, ambos ilusionados con la idea de ser padres se negaban a perder a su bebé. Por esa razón, decidieron mantenerse positivos y emprender la lucha juntos para salvar la vida de su niña.
“Los especialistas nos dijeron que teníamos dos opciones; terminar con el embarazo y someterse a una histerectomía radical o continuar con el embarazo y combatir el cáncer. Nos informaron que someterse a quimioterapia durante el embarazo podría potencialmente dañar a nuestra hija por nacer, pero ambos sentimos que teníamos que arriesgarnos”, dijo Lisa.
En las siguientes diez semanas de embarazo Lisa se sometió a seis ciclos de quimioterapia. La mujer sería madre por primera vez así que tomó las quimioterapias como parte del embarazo, evitado así pensar en el cáncer. De este modo, Lisa intentaba luchar por traer a su bebé al mundo. Lo cual estaba planificado para la semana 24, en caso de que las quimioterapias no tuvieran éxito.
“Mirando hacia atrás, no estaba pensando en mí misma y estaba luchando por el bebé. Solo tienes que lidiar con ello día a día. Literalmente tienes que levantarte y ver lo que trae el día. No puedes pensar demasiado o te abruma. También creo que estaba tratando de ser fuerte para las personas que me rodeaban», recuerda Lisa.
Milagrosamente, después de las 6 semanas de haber sido diagnosticada el tumor se había reducido en un 30%. Esto alentó a los médicos, quienes decidieron aumentar los ciclos de quimioterapia. De modo que descartaron la idea de sacar al bebé a las 24 semanas de embarazo. A las 30 semanas Lisa Forrest estaba totalmente libre de cáncer.
Su pequeña Eadie Piper nació a las 34 semanas sin una sola complicación de salud. El cáncer no afectó en nada a la criatura. Después de la cesárea Lisa fue sometida a una histerectomía radical pero los médicos lograron preservar uno de sus ovarios, por lo cual la posibilidad de otro embarazo no está descartada.
Ahora, esta familia recuerda el episodio como los tiempos más oscuros de su vida y Lisa agradece a su hija por haberle salvado la vida. Quizás de no haber estado embarazada la mujer no hubiese detectado a tiempo el cáncer y este factor fue primordial para ganarle la lucha a su enfermedad.
No todos los casos de cáncer durante el embarazo tienen un final feliz, por eso la historia de Lisa es inspiradora.
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