Aunque escuchamos a diario de muchos actos que revelan el lado más oscuro de la humanidad, existen también verdaderos héroes, de esos que no llevan capa, que pasan desapercibidos… Y hasta viajan en metro.
Es lo que sucedió con María López Sánchez, una estudiante de Enfermería, de Granada, España, quien iba en metro sin sospechar que se embarcaría en un viaje que cambiaría para siempre la vida de un pequeño y la suya para siempre.
María se subió a uno de los trenes el pasado 23 noviembre, como lo hacía de costumbre.
Pero de repente, la joven de apenas 18 años de edad, escuchó los gritos de auxilio de una madre que pedía ayuda para su hijo que estaba experimentando un cuadro de atragantamiento con un caramelo.
María estudia el grado de Cuidados Auxiliares y Enfermería en el Instituto IES Aynadamar de Granada.
“¡Ay mi hijo, que se ahoga! ¡que se ahoga!”, gritaba la madre desesperada mientras le daba palmadas en la cara al pequeño esperando que reaccionara.
María se dio cuenta que era la única que podía hacer algo al respecto y a pesar de su poca experiencia en el asunto -llevaba 2 meses de haber iniciado la carrera-, no se lo pensó dos veces y dejando sus pertenencias en el suelo, corrió para auxiliar al pequeño.
Cuando María vio de cerca al niño, vio que su piel estaba enrojecida mientras se llevaba la manos al cuello en señal de desesperación.
El niño de 9 años de edad poco a poco empezó a cambiar de color y ya estaba poniéndose morado, cuando la joven estaba segura de que era momento de aplicar lo que para suerte del pequeño justamente le habían enseñado en unas jornadas de reanimación cardiopulmonar tan sólo un mes antes del suceso.
“Ni me lo pensé. Vi que la gente no actuaba y me dio rabia”, dijo María.
María primero trató de darle golpes para que devolviera el caramelo, pero al ver que no lo lograba entonces sentó al niño en sus piernas y comenzó a aplicarle la conocida maniobra de Heimlich, que se aplica en estos casos.
«Pensé que podía salvarlo con los movimientos que me habían enseñado. No recuerdo muy bien los detalles porque fue muy rápido. El mundo se me puso en blanco y solamente pensaba en que el niño echara el caramelo», contó la joven a los medios.
Gracias a la maniobra aprendida y aplicada correctamente, el pequeño devolvió el caramelo y así María le salvó la vida.
María aprendiendo a realizar la maniobra de Heimlich.
El niño rápidamente comenzó a recuperarse y apenas recuperó el aliento, dijo las palabras mágicas que cambiaron el día de María y le dieron una razón para reafirmarse en su vocación de enfermera:
“Gracias por ayudarme”, dijo el pequeño.
«Cuando terminé, recogí mis cosas y seguí mi camino. No hablé apenas con la madre, pero el agradecimiento del niño significó mucho para mí«, continuó la joven.
Además, después de que su historia se volviera viral tras la publicación del incidente por su propio Instituto, aprovechó para enviar un mensaje inspirador:
«Creo que esto debe servir para demostrar que los jóvenes no nos dedicamos solamente a beber y fumar, que también podemos hacer cosas útiles».
María, por su parte, está segura de que quiere dedicarse a ser enfermera para ayudar a los demás. Y con sólo 18 años ya puede sentirse orgullosa de haber salvado una vida.
Estas son las noticias que merecen ser aplaudidas y compartidas. Hazlo con todos tus amigos para reconocer el trabajo de esta joven heroína sin capa.