Una mujer con el corazón devastado ha roto el silencio al contar cómo fue convivir con su hija fallecida durante dos semanas. Lisa Fletcher, de 44 años, tuvo una pérdida involuntaria en octubre del 2015. Su pequeña hija Lillie-Grace murió en su útero y la mujer tuvo que ser sometida a una cesárea para sacar el cuerpo sin vida.
Lisa había concebido a la pequeña Lillie mediante un tratamiento de Fecundación In Vitro pero lamentablemente, la niña murió a las 37 semanas de embarazo. Esta fue una desgarradora noticia para ella y para su esposo Nik, de 34 años.
Lillie falleció en el útero de su madre cuando faltaban pocas semanas para su nacimiento, por esa razón Lisa fue sometida a una cesárea, sabiendo que su pequeña se encontraba sin vida. Aunque, no por ello Lisa dejó de hacer todo lo posible porque Lillie pudiera salir a luz sin recibir maltrato, aún fallecida ella seguía siendo su hija.
“Parecía un ángel dormido, era absolutamente perfecta. Incluso el doctor dijo que se veía hermosa. El personal la trató como si fuera un bebé normal» recuerda Lisa.
Apenas terminó la cirugía, los médicos entregaron el cuerpo a la madre para que pudiera abrazarla. La conexión de Lisa con su hija la llevó a tomar la decisión de convivir con ella durante un par de semanas.
Lisa y Nick se mudaron a una suite de duelo y bautizaron a su bebé en la capilla del hospital al día siguiente. Después de dos días decidieron volver a casa con el cuerpo de Llillie en una cama de enfriamiento que les permitiera conservarlo.
“Me sentí muy orgullosa porque todavía era una madre y pude abrazarla, besarla y pasar ese tiempo con ella. A menos que hayas pasado por esto, no lo entenderás. Llevé a mi bebé y ella era parte de mi familia, así que quería tratarla como a cualquier otro de mis hijos”, recuerda Lisa.
La familia convivió un día entero con Lillie en casa. El cuerpo de la pequeña reposaba en una cuna al lado de la cama de los padres, mientras algunos familiares y amigos cercanos acudieron a conocerla. Sus hermanos también pudieron convivir con la pequeña. Al día siguiente de estar en casa, el cuerpo de la bebé fue llevado a un tanatorio, donde los padres continuaron visitándola durante 8 días antes de celebrar su funeral.
Para Lisa, el tiempo compartido con la pequeña fueron los mejores días de su vida y los atesora en su memoria. Ahora, esta madre se dedica a crear vestidos para ángeles, a partir de los vestidos de novias que encuentra mediante donaciones. Además, Lisa y Nick visitan constantemente la tumba de Lillie.
“Cada vez que visitamos a Lillie-Grace, le decimos cuánto la extrañamos y cuánto la amamos y cuánto lamentamos que no la veamos crecer. Mantenemos viva la memoria de Lillie-Grace al hacer estos vestidos para otros bebés y ayudamos a los padres en este viaje devastador”, comentó la Lisa.
Lisa reconoce que el duelo es un proceso bastante difícil pero el poder convivir con su pequeña le ayudó a sanar un poco la herida y a aceptar su partida. Además, con la creación de los vestidos ha encontrado un propósito en su vida, pues considera que todo niño es especial y que el hecho de que una familia pueda tener un obsequio único para ellos los ayuda a sanar un poco el dolor.
Compartir con un bebé fallecido puede ser algo controversial pero se ha convertido en una práctica cada vez más frecuente. Comparte con tus amigos la historia de esta familia que decidió ayudar a otros a superar el dolor.