Era un día normal para el oficial Steven Dunham del Departamento de Policía de Franklin en Ohio, cuando recibió una llamada acerca de una irregularidad que llamó mucho su atención: un niño se encontraba en la puerta de una farmacia en actitud sospechosa.
Cuando Dunham llegó al lugar donde se encontraba el pequeño de siete años de edad, descubrió con suma tristeza que lo que realmente intentaba lograr el chico era vender su oso de peluche.
Según le explicó el niño, cuya identidad no ha sido revelada por las autoridades, es que intentaba vender una de sus cosas más preciadas para comprar algo de comida. Llevaba varios días sin alimentarse.
Dunham le dio una buena noticia al chico: no tendría que deshacerse de su oso de peluche para comer, porque él se encargaría de darle algo de cenar ese día. El oficial llevó al menor de edad a un Subway cercano y allí ambos comieron juntos, luego lo llevó al departamento de policía para formalizar una denuncia por la irregularidad.
El gesto del niño de intentar vender un objeto para alimentarse no le fue indiferente a las autoridades policiales, ni mucho menos a los encargados de velar por los derechos de los menores.
De inmediato se abrió un proceso de investigación contra la familia de este niño y lo que descubrieron fue lamentable. El chico es el menor de cuatro hermanos: el mayor tiene 17 años y le siguen otros de 15, 12 y 11, respectivamente. Todos vivían en una miseria absoluta.
El hogar de estos pequeños estaba lleno de inmundicia, tenía olores repugnantes y había botellas de licor vacías por todos lados. De inmediato la custodia de los niños le fue retirada a los padres, quienes además tienen alrededor 10 cargos en su contra.
Gracias a la intervención oportuna de Durham, los niños se encuentran en mejores condiciones, viviendo con familiares confiables, mientras que los padres tienen absolutamente prohibido acercarse a ellos o establecer algún tipo de contacto.
Russ Whitman, el jefe del Departamento de Policía de Franklin, aseguró a la prensa que sus oficiales tienen un comportamiento muy humano, del cual se enorgullece. La empatía de Durham no lo hace un héroe, él simplemente hizo lo que cualquiera habría hecho en su lugar, con el único propósito de brindar consuelo a un chico en problemas.
Afortunadamente el policía actuó para cambiar el destino de estos niños, comparte este emotivo desenlace.