La educación de los hijos es una tarea que atañe exclusivamente a los padres. Pero lamentablemente, no faltan los intrusos que se toman atribuciones para decirles qué hacer y dejar de hacer, especialmente cuando de reprender o de «sobreproteger» demasiado se trata. De eso, Kelly Dirkes y su esposo lo saben muy bien.
Desde que Kelly adoptó a 2 pequeñas con Síndrome de Down, está acostumbrada a tener a desconocidos dando opinión sobre sus hijas.
Kelly vive con su familia en Washingto, D.C., Estados Unidos.
Pero un día tuvo la experiencia más desconcertante cuando estaba haciendo la compra en el supermercado. Ella la llevaba en un saco colgando de su pecho mientras buscaba entre las perchas, y una mujer la detuvo para comentarle algo sobre la pequeña.
La desconocida se tomó la atribución de decirle que de esa manera estaba «mal criando» a su bebé y que nunca iba a aprender a ser independiente si continuaba llevándola cargada de ese modo.
Como era de suponer, Kelly se quedó totalmente indignada, pero en lugar de responderle algo proporcional y ponerla en su lugar, decidió que por amor a su hija no haría nada, simplemente bajó la cabeza y besó a la pequeña.
Pero cuando llegó a casa, quiso desahogar su furia en las redes y escribió una carta abierta dirigida a «la mujer del supermercado» en Facebook, logrando conmover a miles de personas.
La publicación ha sido compartida más de 30.000 veces y su mensaje es tan poderoso que vale la pena leer cada palabra suya.
“Ya lo he escuchado antes, sabes. Que yo “arruinaré a mi bebé”. Estabas tan convencida de que ella nunca aprendería a ser “independiente”. Yo te sonreí, besé la cabeza de mi hija y continué mis compras», empieza la conmovedora carta de Kelly.
«Si tú solo supieras lo que yo sé…»
«Si solo supieras cómo ella pasó los primeros diez meses de su vida completamente sola dentro de una cuna de metal estéril, sin nada que la consolara más que chuparse su deditos.
Si tan solo supieras lo que reflejaba su cara en el momento en el que la cuidadora del orfanato me la entregó para que la abrazara por primera vez. Su rostro mostraba momentos fugaces de serenidad mezclados con puro terror. Nadie la había abrazado así antes, y ella no tenía ni idea de lo que debía hacer.
Si solo supieras que ella acostada en su cuna se despertaba y nunca lloraba, porque hasta ahora, nadie respondería a sus llantos.
Si solo supieras que la ansiedad formaba parte de su día a día junto al golpearse la cabeza contra las barras de la cuna y mecerse ella sola para conseguir información sensorial y confort.
Si solo supieras que mi bebé es desgarradoramente “independiente”, que deberemos pasar minutos, horas, días, semanas, meses y años tratando de curar esa parte de su cerebro que está traumatizado y que tiene miedo a lo “inseguro”.
Si solo supieras que esa bebé “canta” a pleno pulmón por las mañanas y después de su siesta, porque sabe que su canto hará que alguien la saque de su cuna y le cambie el pañal.
Si solo supieras que ahora esa pequeña se duerme mecida en los brazos de su mamá o de su papá en lugar de mecerse ella sola.
Si solo supieras que esa bebé nos hizo llorar a todos el día en que buscó consuelo, de forma totalmente espontánea.
“Malcriar a mi bebé” es el trabajo más importante de mi vida y es un privilegio.
Y la cargaré conmigo un poco más – todo el tiempo que ella me lo permita – porque de esa manera ella aprenderá a estar segura. ¡Aprenderá a saber qué pertenece a alguien! ¡Qué es amada!
«Si tú solo supieras lo que yo sé… ¡Si tú supieras…!», concluye la carta.
Es frecuente que las personas tengan sus temores, experiencias y vivencias y nos aceleramos a juzgarlas sin considerarlo, como le pasó a esta pobre mujer. ¡Nadie sabe lo de nadie!
Comparte la contundente carta de Kelly con todos tus amigos para difundir este importante mensaje por el mundo. ¡Ojalá que la mujer desconocida la haya leído!