Betty Heath es una señora de 102 años de edad. Nació hacia finales de la Primera Guerra Mundial y formó una amorosa familia. Desde hace un tiempo se encontraba viviendo en un hogar para ancianos, ya que allí podría recibir mejor atención médica y sentirse acompañada. Por desgracia, sus hijos recibieron la inesperada noticia de que en cuestión de tan sólo una hora Betty debía ser trasladada del hogar y todo sin mayores explicaciones.
Betty y su familia viven en la ciudad de Sussex en Inglaterra.
Sandra Jacobs, la hija de Betty, se encuentra en constante comunicación con las autoridades de la residencia en la que vive su madre. Un día, recibió una llamada en donde le pedían que asistiera al hogar para tratar algunos asuntos importantes.
Betty vivía en el Hogar de Cuidados The Royal Bay Residential.
Una vez que se dirigió allí presenció una reunión en la que estuvieron presentes los familiares de todos los ancianos. Les dijeron que el Hogar podría enfrentar una clausura en el futuro, pero que por los momentos todos se encontraban completamente a salvo. Por desgracia la información no era nada clara y Sandra recibía mensajes confusos que no le permitían comprender la gravedad del asunto.
“Le pregunté a la trabajadora social y me dijo ‘Puedo garantizar que el lugar no cerrará’”.
Jacobs estaba muy preocupada ya que con la edad de su madre y su delicado estado de salud, someterla al estrés de una mudanza sería algo muy duro para ella. Betty se encontraba recuperándose de una infección que la obligó a permanecer hospitalizada por varios días.
Sin embargo, una hora después de que la extraña reunión finalizara volvió a recibir una llamada de la residencia. Le informaron que tenía una hora para empacar todas las pertenencias de su madre y sacarla de allí.
“Literalmente la estaban dejando en la calle y no teníamos tiempo para poder encontrar otro lugar”.
Cuando Sandra llegó se dio cuenta del terrible estrés que todas las familias y los ancianos estaban sufriendo por el inesperado desalojo. Todos empacaban sumamente apurados y confundidos sin saber muy bien qué sucedería con ellos.
“Ya estaba oscureciendo. La gente estaba entrando en pánico. Fue un caos. Mi mamá se estresó y me dijo que no entendía”.
Después de muchas horas de angustia y visitar varios ancianatos en la zona, Sandra logró encontrar uno con cupos disponibles y con un ambiente que consideró apropiado para Betty. Sin embargo, ha decidido compartir lo sucedido para crear conciencia sobre el trato que recibieron decenas de ancianos como su madre.
“El hogar no había informado del fallecimiento de 8 personas. Necesitaban mejorar sus servicios y las personas allí ya no se encontraban completamente a salvo”.
Levantamos la voz en contra de este desalojo tan abrupto a personas como Betty y decenas de ancianos cuya salud se puede ver terriblemente afectada ante esta situación de estrés.
No dudes en compartir esta nota para exigir que personas como Betty pueda pasar sus últimos años en la tranquilidad que tanto se merecen.