Matt y Jodi Parry estaban muy ilusionados por la llegada de sus hijas, el día del nacimiento de sus gemelas todo era felicidad porque finalmente podían tenerlas entre sus brazos.
Hace seis años llegaron al hospital para convertirse en padres por segunda vez, junto a su hijo mayor les darían la bienvenida a las dos princesas de la familia.
Después del nacimiento de las pequeñas estaban compartiendo en la habitación del hospital cuando un médico se acercó a ellos para lamentarse, les dijo: “Lo siento”.
Cuando escucharon esas palabras sintieron que se les paralizó el corazón, presentían que algo estaba mal. El médico quiso expresarles su solidaridad por el diagnóstico de las gemelas Abigail e Isobel, tenían Síndrome de Down.
Para los padres, el médico no les dio la noticia con la ética profesional necesaria, asumió la condición de las pequeñas como un castigo o algo devastador y ellos no lo consideraban así.
Las niñas nacieron a las 34 semanas de gestación, por eso necesitaron permanecer ingresadas en la unidad de cuidados neonatales.
Matt y Jodi sabían que sus pequeñas eran un milagro, la probabilidad de que unas gemelas nazcan con Síndrome de Down es de una en un millón, pero, además, habían recibido otros diagnósticos.
Una de las niñas no podía escuchar, no tenía audición en uno de sus oídos, y la otra tenía un soplo en su corazón.
Al principio los padres estaban muy asustados, nadie se acercó a ellos para animarlos y ofrecerles información sobre los niños que nacen con Síndrome de Down.
Ahora saben que no había nada que temer, sus hijas disfrutan una vida normal y son realmente felices mientras reciben apoyo y amor de sus seres queridos.
“Hoy no sé por qué el médico me dijo que lo sentía. Me gustaría realmente poder encontrarlo y preguntarle por qué nos dijo esas palabras. No hubiéramos cambiado a Abigail e Isobel por nada del mundo. Nos hacen sonreír y disfrutar”.
A través de su testimonio la familia quiere hacer un llamado a todos los que tienen prejuicios sobre las personas con Síndrome de Down.
Esa condición nunca será una mala noticia ni algo por lo cual unos padres deban lamentarse.
Todos los seres humanos merecen las mismas oportunidades para tener una calidad de vida digna, lograr sus sueños y ser felices.
Es admirable cómo los padres de Abigail e Isobel le regalan una lección de amor al mundo, no te vayas sin compartirla.