Briana Hefley Shepard es una madre de Tulsa, Oklahoma, que como todas ha visto crecer a su pequeña. Y daría lo que fuera por regresar a los días en los que apenas era una niña de 3 años.
Pero no sólo ella ha sido testigo de lo tierna y dulce que es Rio, sino que aunque pareciera imposible, la pequeña guardaba una estrecha amistad nada más y nada menos que con los conductores de los trenes que pasaban cada mañana frente a su casa.
La niña agitaba todas las mañanas su manita para saludar a sus amigos conductores
Ese adorable ritual se repetía un día y otro, tanto Rio como los conductores aguardaban con ilusión la hora del particular encuentro; ella los saludaba entusiasmada y ellos sonreían de oreja a oreja, era lo que necesitaban para sonreír el resto de la jornada.
Al sonido del silbato, Rio corría como siempre a la ventana. Pero pasados 3 años de esa peculiar amistad, un día notaron que la pequeña ya no estaba, y entonces su corazón se rompió en pedazos, hasta que vieron una nota pegada en el cristal.
La madre publicó en Facebook su conmovedor relato, causando las lágrimas de muchos. Ella contó que los conductores quedaron deshechos al ver que Rio ya no les devolvía el saludo. Lo que sucedió fue que llegó el momento en que la pequeña ya debía asistir a la escuela, lo que realmente le costó afrontar, tanto como a los conductores.
«Soplaron sus silbatos, abrieron sus ventanas, pero la única que estaba allí era yo, llorando y saludando débilmente», escribió la madre.
«Al día siguiente simplemente les escribí: «Ella comenzó la escuela». Escuché el silbato, corrí hacia la ventana y sostuve mi cartel. Eso fue hace tres semanas«, continuó.
Briana relató que su familia tiene una tienda justo al frente donde pasan los trenes, entonces una mañana se sorprendió al encontrarse con un hombre de camisa amarilla brillante con tapones para los oídos colgando.
«Supuse que era un trabajador de la construcción, pero en lugar de eso venía a preguntar por la niña de cabello rubio que saludaba a los trenes. Él era uno de los conductores y todos se habían estado preguntando qué le había pasado. Hoy habían tenido un viaje corto, por lo que se detuvieron por las vías y llamaron a nuestra puerta.
¡Lloré! Habían visto mi cartel, pero no podían distinguir lo que decía. Habían asumido que ella había comenzado la escuela, pero tenían que asegurarse. Dijo que su manita saludándolos había alegrado sus días. Durante tres años habían vivido de estos momentos», sigue el relato de la madre.
“Quieren hacer algo por ella; la extrañan. ¡Él preguntó si podían enviarle algo, a lo que dije: ¡por supuesto! Le van a enviar un regalo de cumpleaños en unas pocas semanas. Ser testigo de su amistad poco convencional en los últimos años ha sido mágico.
Saber que los impactó tanto como nos impactó a nosotros, me llena de amor y esperanza. La visita de hoy y su continua amabilidad a Rio ha reafirmado mi fe en la humanidad. Estos son momentos que siempre recordaremos», concluyó Briana.
Esta hermosa historia es un ejemplo de que la vida puede ser mucho más feliz por muy poco que hagamos por los demás. Y es una pequeña niña la que nos da las mejores lecciones. ¡Compártelo!