La cruda realidad de los niños trabajadores en los países subdesarrollados no es una novedad. Sin embargo, por más que sea un secreto a voces, nos hacemos oídos sordos y escapamos al infierno que cada uno de esos pequeños sufren cada día, luchando por su vida y por tener algo que comer.
Un ejemplo de ello es lo que sucede en las minas de coltán, en la República Democrática del Congo
Gracias a un envío de reporteros por parte de la cadena SkyNews que se hicieron presentes en el Congo, se ha podido desvelar la historia de un pequeño de 8 años y de más de 40.000 niños que trabajan en las minas extrayendo cobalto, todo para que tú y yo podamos conducir un auto eléctrico. ¡Es desgarrador!
Algunos pequeños tienen apenas 4 años y su carita lo dice todo
Las condiciones en las que trabajan son extenuantes y excesivamente peligrosas para su salud. El polvo rojo y tóxico les quema los ojos, corren el riesgo de enfermedades de la piel y una condición pulmonar mortal.
Por 8 céntimos al día, les obligan a la fuerza y de malas maneras a revisar las rocas para detectar el cobalto, el preciado ingrediente esencial para las baterías que dan energía a los autos eléctricos y a los teléfonos móviles inteligentes.
Y lo peor está por venir, después de que en algunos países como en Gran Bretaña se prohibiera la venta de automóviles de gasolina y diésel a partir de 2040, lo que implica un aumento masivo en la producción de vehículos eléctricos.
¡Este es el precio que pagarán por nuestra energía limpia!: una salud deteriorada y probablemente una muerte prematura… ¡Es aterrador!
Las escenas que vieron los periodistas los dejaron sin palabras. Vieron cómo a Dorsen, de apenas 8 años, un hombre lo amenazaba que no derramara la roca.
Luego el pobre Dorsen se tambaleaba bajo la presión de un saco terriblemente pesado que debe llevar para descargarlo en una lluvia torrencial.
«Cuando trabajo, yo sufro. Mi madre ha muerto y tengo que trabajar todo el día y me duele la cabeza», dijo Dorsen.
«Cuando me levanto cada mañana, se siente horrible tener que regresar a este lugar otra vez. Me duele todo», dijo por su parte Richard, de 11 años.
El cobalto se extrae con mano de obra no regulada y se transporta a Asia, donde los fabricantes de baterías lo utilizan para hacer que sus productos sean más ligeros, duraderos y recargables.
Casi todos los grandes fabricantes de motores que se esfuerzan por producir millones de vehículos eléctricos compran su cobalto al Congo.
Los niños suelen ser enviados a la cueva sin ninguna protección, van descalzos y contraen un sinfín de enfermedades, además de temer por su vida ante la posibilidad de quedar sepultados bajo tierra.
Ni siquiera hay un registro del número de niños fallecidos en las minas, pero se estima que son 100 por año.
Sin embargo, hay muchos… muchos más, que terminan enterrados y nadie se entera.
Entre las grandes fimas General Motors, Renault-Nissan, Tesla, BMW, Fiat-Chrysler y los intermediarios chinos compran todo el cobalto en el Congo, ofreciéndoles una miseria por cada tonelada de roca.
Pero a pesar de lo terrible de todo esto, hay una pequeña luz al final del túnel. Después de conocerse la historia de Dorsen y Richard, se emprendió un rescate financiado por la ONG Kimbilio.
La buena noticia es que ahora viven en un hogar de niños apoyado por la Iglesia Católica, han dormido en un colchón por primera vez en su vida y asisten a la escuela. Sin embargo, queda mucho camino por recorrer para todos los demás.
Vamos a hacer que todo el mundo se entere de este horror que las grandes firmas no quieren que se sepa. Compártelo para que llegue a la persona indicada y no nos hagamos oídos sordos a esta dura realidad.