Son muchas las parejas que cuando se casan inmediatamente piensan en tener hijos, crecer como matrimonio, formar una familia y pasar momentos inolvidables juntos. Sin embargo, no todas las mujeres pueden quedar embarazadas en el primer intento y deben someterse a tratamientos de fertilidad para poder concebir.
Ser madre más que un regalo una bendición.
Kelsey Ferguson de Prior Lake, vio en Scott el hombre de su vida y padre ideal para sus hijos, se conocieron en la universidad en el 2010 y en marzo del 2016 se casaron. Ambos estaban ansiosos por tener una familia, pero después de dos años sin éxito buscaron un especialista en fertilidad.
Siempre hay opciones para ser padres.
La joven pareja se sometió a dos meses de intensos tratamientos hasta que finalmente Kelsey quedó embarazada. Una noticia que alegró los corazones de ambos pero que duró poco tiempo, a las 8 semanas tuvo una perdida y la tristeza fue inevitable.
Sin embargo, estaban dispuestos a ser padres así que después de unos meses volvieron a intentar con tratamientos de fertilidad y la buena noticia llegó a la familia. Esta vez sería un niño el que alegraría sus vidas.
La llegada de un niño a casa siempre trae alegría.
Al realizarse un chequeo como es costumbre en las mujeres embarazadas el doctor notó que algo no andaba bien con el bebé, a las 20 semanas después de dos ultrasonidos le informaron que el bebé tenía un defecto cardíaco. El médico solo dijo:
“Lo siento, su afección es terminal y no sobrevivirá”.
A pesar de la devastadora noticia, Scott y Kelsey decidieron seguir adelante con el embarazo, seguirían luchando por su hijo hasta el último momento. El bebé estaba pequeño y Kelsey debía estar constantemente en el hospital, tenía que realizarse pruebas dos veces a la semana.
El amor y el deseo de formar una familia siempre supera los resultados de la ciencia.
Mientras todo esto ocurría, Scott estaba por iniciar un nuevo trabajo, compraron una casa y se estaban preparando para ser una familia. El hombre empezó a sentirse un poco mal pero se lo atribuyeron al estrés que estaban pasando. Dolor en las articulaciones, tos y fiebre eran algunos de síntomas que presentaba Scott. Los dos hombres de Kelsey estaban en riesgo.
Aunque estaban haciendo todo lo posible para avanzar con el embarazo, el bebé no estaba creciendo y tenía un movimiento mínimo en su corazón así que decidieron inducir el parto.
Cuando Scott regresó al hospital después de su trabajo estaba muy pálido y no se veía bien, así que Kelsey le dijo que era mejor que se fuera a casa a descansar.
A veces debemos atender los malestares de nuestro cuerpo sin subestimarlos.
Al día siguiente, Kelsey se enteró que su esposo había sido internado en el hospital porque estaba tosiendo sangre, lo admitieron en la UCI y pesar de que el dolor en las articulaciones había cesado lo más fuerte estaba por venir.
El dolor más fuerte es el que no revela nuestro cuerpo.
Cuando llevaron a Scott a una habitación normal Kelsey lo veía dos veces al día durante varias horas, sabía que llevaría tiempo su recuperación pero que lo lograría.
Le pedía que cuando se despertara le enviara un mensaje para saber cómo seguía pero esa respuesta nunca llegó. El doctor entró a la habitación de Kelsey y le informó que su esposo sería trasladado de nuevo a UCI porque tenía problemas para respirar y aumentar sus niveles de oxígeno.
Una fuerte noticia para una mujer con un embarazo en alto riesgo.
Mientras lo intervenían Scott sufrió un ataque al corazón, los doctores duraron 45 minutos haciéndole RCP, cuando obtuvieron su pulso le dijeron que estaba muy débil pero permitieron que Kelsey lo viera. Ella entró a la habitación y tomó sus manos sin saber por cuánto tiempo el hombre de su vida estaría así.
Ante la incertidumbre solo queda esperar pacientemente.
Cuando le informaron que ya no podían hacer nada por su esposo Kelsey no dejaba de llorar, ver a quien un día fue un gran hombre de gran sonrisa que amaba a todos ahora postrado en una cama y luciendo tan débil le partía el alma.
Scott fue diagnosticado con vasculitis de Wegener, una enfermedad que cobra muchas vidas. Desafortunadamente, se llevó a Scoot.
Algunos ven la luz del paraíso antes de terminar de disfrutar en la tierra.
A los cuatro días de perder a su esposo a Kelsey le programaron la cesárea y nació Maxley Russell Ferguson, un hermoso bebé que demostró que aunque la ciencia diga una cosa el amor de una madre y las ganas de vivir dan mejores resultados.
Un bebé es el resultado sel verdadero amor.
El bebé vino al mundo pero nació con un defecto cardíaco y una anomalía cromosómica. Requería una cirugía a corazón abierto y necesitaba ayuda para respirar, Kelsey tomó la decisión más difícil de su vida.
Debió poner a su hijo en la misma máquina en la que murió su padre, esta vez le salvó la vida a Maxley.
Aunque el miedo te paralice hay que asumir el riesgo.
Kelsey y Maxley aún siguen en el hospital, el bebé tiene que recuperar todas sus fuerzas motoras, es frágil pero su madre está segura que lo logrará y pronto podrá llevárselo a casa y contarle sobre el gran padre que tiene aunque ya no este con ellos para verlos crecer.
Hay que vivir a plenitud y disfrutar cada segundo la presencia de los seres que amamos. La emotiva historia de Kelsey está conmoviendo muchos corazones, compártela.