Natalie Halson es de Manchester, tiene 29 años y esperaba con ilusión la llegada de su bebé. En una ecografía realizada a las 22 semanas de gestación comprobaron que la pequeña tenía espina bífida, los médicos le recomendaron interrumpir su embarazo.
Después del diagnóstico, en más de 10 oportunidades, los médicos insistieron alegando que la mejor opción era interrumpir el embarazo porque su hija no tendría calidad de vida. Aseguraban que sufriría los estragos de su enfermedad y que no valía la pena traerla al mundo en esas condiciones.
Pero Natalie quiso seguir lo que le dictaba su corazón: dar a luz a su pequeña. Se negó a seguir las recomendaciones médicas y siguió adelante con su embarazo, no se sentía con derecho de quitarle la oportunidad de vivir a su pequeña.
Además, se aferraba a la esperanza de que todo saldría bien, 1.500 bebés son diagnosticados anualmente con espina bífida, una afección en la que la columna vertebral y la médula espinal no se desarrollan adecuadamente.
Natalie confió en sus instintos y dio a luz a Mirabelle, una bebé que pesó 3,44 kilos y actualmente tiene seis meses.
Después del nacimiento la bebé fue sometida a un procedimiento quirúrgico para corregir los defectos de su columna. Afortunadamente se recuperó, venció los peores pronósticos.
“Me negué a renunciar a mi bebé, pero los médicos simplemente no aceptaban mi respuesta negativa a su recomendación. Fueron muy insistentes, incluso en las últimas semanas de embarazo, eso realmente me molestó”, relató la madre.
“Mi hija era una persona pequeña en ese momento, era vil pensar que solo querían que me librara de ella. Me ofrecieron interrumpir el embarazo al menos diez veces y me alegro mucho de haberme negado”, agregó Natalie.
Relató que cuando le dijeron que su bebé tenía espina bífida lloró desconsolada. Le dijeron que si su bebé nacía estaría postrada a una silla de ruedas sin tener calidad de vida.
Ella se dedicó a investigar y descubrió que sí había soluciones para la enfermedad de su bebé, se dio cuenta que interrumpir el embarazo porque sufriría mucho no era una opción y menos la única.
Natalie luchó porque su hija fuera atendida en el Great Ormond Street en Londres, donde trabaja un especialista en espina bífida reconocido mundialmente, el doctor Jan Deprest.
Descartaron hacer la cirugía durante el embarazo porque según las características de la columna de la bebé no era factible. Así que la operaron después del nacimiento.
Nació el 12 de diciembre de 2018, Natalie no pudo verla enseguida porque la trasladaron a otro hospital. “Fue horrible no verla, pero sabía que estaba en las mejores manos”, dijo la madre.
El día 13 de diciembre la bebé fue sometida a la cirugía que duró 12 horas y tuvo el resultado esperado.
“Los médicos me informaron que habían vuelto a unir todos los nervios en su espalda tal como si fuera una cremallera. Estaba tan emocionada que no podía dejar de llorar”, dijo Natalie.
Natalie se hospedó en el centro de alojamiento gratuito de la organización benéfica de Ronald McDonald House mientras Mirabelle se recuperaba. Un mes después, finalmente la bebé recibió el alta médica.
A pesar de que Natalie reconoce que han sido días muy difíciles, jamás se arrepentirá de su decisión, se alegra cuando ve a su hija feliz y sana.
“Les recomendaría a los padres a quienes les recomiendan interrumpir el embarazo que no es esa la única opción”, dijo Natalie.
Agregó que confió en su instinto que le decía que su bebé estaría bien y así sucedió. “Mírala ahora, es perfecta”.
Su testimonio ha emocionado a muchas familias y les ha devuelto la esperanza a quienes viven una situación similar. Compártelo.