Silvia Fredes se tuvo que enfrentar hace cuatro años al dolor más profundo que puede sufrir una madre: perdió a su única hija.
A Martina Miranda la arrollaron cuanto tenía 16 años en la madrugada del domingo 14 de febrero de 2016. La joven regresaba a su casa después de haber celebrado el Día de San Valentín junto a Franco, su novio. La pareja había ido al cine, y después se reunieron con amigos en común, él acompañaba a Martina a su casa.
A las 4:40 de la mañana fue atropellada por un conductor que iba a toda velocidad en el barrio porteño de Villa Crespo, Argentina. Los adolescentes cruzaron con el semáforo peatonal en luz verde, Franco aseguró que a pesar de que la vía estaba despejada el conductor no hizo ningún esfuerzo por esquivar a la joven.
Martina no reaccionaba, él llamó a urgencias y a la madre de la novia para avisarle sobre lo sucedido. Cuando la ambulancia llegó al lugar solo pudieron confirmar el fallecimiento de la joven.
Franco presenció el terrible suceso, el conductor no se detuvo ni siquiera para asistirla, huyó en sentido contrario por una avenida. Días después, las autoridades policiales revisaron la grabación de las cámaras de seguridad, pero no pudieron identificar al conductor.
El joven pudo comprobar que era un Corsa color Gris, de cinco puertas y que viajaba otra persona en el lugar del copiloto. Era la única información que tenían.
Finalmente, las autoridades encontraron el vehículo que aun tenía los rastros del suceso, había restos biológicos en el parabrisas, cabello que pertenecía a Martina y otras evidencias.
A pesar del hallazgo, y de la identificación del conductor: Damián Villanueva, de 22 años, no se pudo hacer justicia porque este se quitó la vida dos días después de haber sido localizado.
“Me dejó sin nada, ni siquiera con un motivo por el cual pelear”, dijo Silvia, la madre de la joven.
Cada año Silvia Fredes y Oscar Miranda, padres de la adolescente fallecida, le rinden un homenaje a través de una carta y de su campaña para crear conciencia sobre los fallecimientos en vías de tránsito que se pueden evitar.
La carta que publicaron, escrita por Silvia, ha emocionado a miles de personas:
“Tanto y tan poco tiempo pasó desde que transitamos este camino tan duro e inexplicable de conocer las fallas que esconde el tema vial.
Perdimos a nuestra única hija y desde esa llamada en la que nos dijeron que no respiraba hasta ahora, prendemos la televisión y seguimos viendo muertes injustas. Todas se hubiesen evitado si los controles fueran más estrictos”.
Los padres dicen que perdieron a su hija por falta de controles, humanidad y compromiso social. Han emprendido una lucha para prevenir este tipo de sucesos.
“Cada logro y cada aporte los familiares de víctimas de accidentes viales los valoramos como triunfos. Nos sentimos solos, luchamos contra un sistema y una cultura social donde los delitos viales a veces son descritos como ‘accidentes’”.
Aseguran que no se hacen cargo del consumo de alcohol, ni de la velocidad, ni de la poca empatía e irrespeto por la vida del conductor y la de los demás.
Resaltan que su hija falleció por respetar las señales de tránsito, pero el conductor prefirió ser frío y no pensar que por su conducta alguien esa noche no regresaría a casa.
“Cada día mueren aproximadamente 25 personas entre 15 y 29 años. Esto se traduce en 25 familias destruidas, 25 lugares vacíos en una mesa”. Lamentan que las estadísticas de estos hechos en Argentina son alarmantes y van en ascenso.
Los padres de Martina luchan porque además de las mejoras en infraestructura se establezcan controles y sanciones efectivas, de lo contrario todo sería en vano. Piden modificaciones reales y concretas sobre la ley de tránsito y el código penal.
Silvia pertenece a una asociación llamada “Madres de dolor” desde hace cuatro años junto a otras mujeres que han sufrido pérdidas similares. Hacen campañas de educación vial, y sobre todo piden sanciones efectivas y controles permanentes.
El mensaje de estos devastados padres es una forma de tocar la conciencia de todos los conductores que al ser negligentes arriesgan su vida y la de otras personas. Compártelo.