Courtney Scott, de 22 años, esperaba con ilusión a su pequeño Ollie Harrison que nacería el 05 de febrero. Pero el 30 de octubre del año pasado le dijo a su esposo Ryan Harrison, de 23 años que debían ir al hospital.
Sentía un intenso dolor en su estómago, su saco amniótico estaba a punto de romperse y el riesgo de que su bebé naciera era inminente. Los médicos intentaron retrasar el nacimiento, pero no hubo nada que pudieran hacer.
Así que Ollie vino al mundo con 26 semanas de gestación pesando 450 gramos.
Poco después del nacimiento le colocaron un respirador y lo mantuvieron durante 15 semanas en el hospital, tenía sepsis, un síndrome de dificultad respiratoria y una enfermedad pulmonar crónica.
A Courtney y Ryan les dijeron que estuvieran preparados para lo peor, el pronóstico del bebé no era favorable, su estado de salud era muy delicado.
Pero el pequeño Ollie vino al mundo con el especial propósito de darle a sus padres una lección de esperanza, a demostrar que los milagros sí existen. Logró vencer los peores pronósticos y recibió el alta médica ante el asombro de todos.
A pesar de la dura experiencia que vivieron, sus padres están agradecidos con el personal del hospital que les ofreció el mejor trato y apoyo.
“Tener a mi primer hijo fue increíble. No creía que estuviera listo, pero ahora tener a Ollie en mi vida es lo mejor que me ha pasado”, dijo el padre.
“Cuando nació, solo podía caber en la palma de mi mano y es una locura mirar las fotos para ver lo pequeño que era. No podemos creer lo increíble que resultó todo y él es nuestro bebé milagro. No puedo expresar con palabras lo agradecido que estoy”, agregó.
Los padres de Ollie expresaron su admiración por todo el personal del hospital Hull Women and Children’s.
Han querido hablar sobre su experiencia para dar esperanza a otras familias, su pequeño contrajo una infección muy peligrosa que es común en los recién nacidos cuando hay complicaciones durante el parto.
Los pulmones de los bebés prematuros no están suficientemente desarrollados para producir el oxígeno que necesitan, no generan suficiente surfactante, una sustancia vital compuesta por proteínas y grasas que ayuda a mantener los pulmones inflados.
Los bebés generalmente comienzan a producir esta sustancia durante las semanas 24 y 28 del embarazo, es en la semana 34 cuando alcanzan el nivel requerido.
La enfermedad pulmonar crónica que tenía Ollie es muy común en los recién nacidos prematuros, puede dejar cicatrices en los pulmones que causen dificultad para respirar. Es letal si no se le coloca un respirador artificial a los pacientes que sufren esta condición.
El padre de Ollie creó una campaña de recaudación de fondos para contribuir con la inversión de equipos que puedan salvar la vida de los bebés que nacen antes de tiempo.
Considera que es un gesto de gratitud hacia quienes lucharon por salvar la vida de su hijo. “Hubo momentos en los que Ollie dejó de respirar, pero el personal siempre estaba ahí. Estaban calmados y nos tranquilizaban, quería hacer todo lo posible para recaudar dinero y que otras instituciones cuenten con los equipos necesarios para salvar la vida de los bebés”.
A través de su experiencia han fortalecido la fe de aquellos padres que se enfrentan a situaciones similares y han inspirado a muchos a ayudar a las buenas causas. Compártela.