Un chico de 23 años ha dejado de lado su tiempo libre para dedicarlo por completo al cuidado de una anciana de 83 años que vivía sola entre desechos y rodeada de ratas.
Esdras Andrade de São José dos Campos, en el interior de São Paulo, tiene un noble corazón y esto no le permitió obviar la inhumana condición en la que vivía Doña Cidinha junto a sus mascotas.
Fue precisamente a través de sus cachorros que Esdras pudo dar con la situación de la anciana. El joven acostumbrado a rescatar animalitos indefensos tenía ante su vista una responsabilidad aún mayor: era indudable que la mujer necesitaba de su ayuda.
La abuela vivía sola en una casa sucia llena de escombros e infestada de ratas. Además, las condiciones físicas de Doña Cidinha tampoco eran favorables. La abuela sufría de escabiosis, su dentadura estaba evidentemente descuidada y presentaba un cuadro de desnutrición.
Doña Cidinha no tuvo hijos ni ningún familiar directo que pudiese atenderla, así que vivía de la caridad de sus vecinos que ocasionalmente la visitaban y ayudaban con algo de comida.
Al conocer la triste condición en la que vivía esta anciana, Esdras decidió actuar
El chico la estuvo visitando, alimentando y atendiendo por unos días hasta que logró convencerla para que se mudara a su casa y así poderla cuidar mejor. Aunque al principio no fue fácil convencerla, Doña Cidinha terminó por aceptar.
“Fue una lucha hasta convencerla. Ella decía que no se quedaba sola, pensaba que había bichos que subían en la cama, pero en realidad eran ratas.
La abracé como si fuera una parte de mí, e hice todo lo posible para ayudarla. En casa, yo podía brindarle atención las 24 horas al día”, comentó Esdras.
Esdras llevó a los perros de Doña Cidinha a un refugio, mientras él personalmente cuidaba a la anciana. Además, se encargó de limpiar el hogar de la mujer con ayuda de algunos voluntarios del Proyecto de la escuela de refugio.
El chico alimentó y cuidó a la mujer por casi tres meses, hasta que la abuela estuvo notablemente mejorada.
Después de esto, Doña Cidinha comenzó una nueva vida bajo la protección de una casa para ancianos. Después de los meses de amor, Esdras se despidió de su abuela adoptiva pero ese “adiós”, no fue para siempre porque cada vez que puede va al lugar a visitarla.
“Mi vida es muy ocupada, pero siempre que puedo voy a visitarla. Siempre llevo la compañía de un perrito, no sólo para ella también para los demás ancianos”, confesó el generoso Esdras.
Esta no es la única labor generosa que ha realizado este joven de espíritu altruista. Antes de conocer a Doña Cidinha, el chico se dedicaba a recatar animales callejeros y continúa luchando arduamente para conseguir una sede para su propio refugio. Cualquiera que desee colaborar con esta bella labor puede hacerlo, a través de su página de recaudación de fondos.
Ejemplos como el de Esdras nos alientan a continuar creyendo en la humanidad. Comparte esta nota y motiva a otras personas a colaborar ¡Hagamos posible que la solidaridad se multiplique!