Cuando la pequeña Phoenix Da’Vine nació los médicos y su familia pensaron que todo estaba en orden. Su madre, Monique Goldring, dio a luz tras una fuerte semana de jaquecas.
En cuanto acudió al médico le dijeron que estaba sufriendo de preeclampsia así que decidieron que lo mejor sería que la bebé naciera a través de una cesárea.
Phoenix nació pesando poco más de 3 kilos.
Cuando las enfermeras comenzaron a realizar las pruebas de rutina notaron que algo podía estar mal con su corazón. Escucharon un extraño murmullo y para descartar cualquier problema realizaron un ecocardiograma. Un par de horas después la pequeña fue diagnosticada con una afección cardíaca congénita llamada ventrículo derecho de doble salida.
Se necesitan al menos cuatro cirugías para corregir esta condición-
En un corazón completamente funcional, la arteria pulmonar se conecta al ventrículo derecho y la aorta al izquierdo. En el caso de Phoenix no era así.
Sus dos arterias principales están conectadas con el ventrículo derecho y esto produce que la sangre no transporte la cantidad de oxígeno apropiada para el resto del cuerpo.
La mayoría de los hospitales se rehúsa a tratar a Phoenix por los arriesgado que puede ser.
Con tan sólo 10 días de nacida, esta pequeña luchadora recibió su primera cirugía. Los médicos insertaron una banda pulmonar para limitar la cantidad de sangre que fluye a sus pulmones.
Sin embargo, su salud seguía corriendo riesgo así que cuando cumplió dos meses recibió una segunda operación. En diciembre, todo parecía indicar que la salud de Phoenix estaba mejorando así que recibió el alta médica.
La bebé y su familia viven en la ciudad de Temple Hills en Maryland, Estados Unidos.
Por desgracia, en marzo volvieron los problemas. Su madre comenzó a notar que Phoenix estaba muy congestionada. Acudió a emergencias lo más rápido que pudo.
Había sufrido daño cerebral por la baja cantidad de oxígeno que estaba llegando a su cerebro y tuvieron que conectarla a una máquina de soporte vital.
La piel de Phoenix se estaba tornando azul por la falta de oxígeno.
Los médicos indicaron que su situación era demasiado dura y que no había muchas esperanzas así que decidieron quitarle el soporte vital.
Pronosticaron que entonces sólo contaría con algunas horas más de vida, pero en medio del doloroso momento se toparon con la sorpresa de que los días, las semanas y los meses seguían pasando y Phoenix continuaba con vida.
Según los médicos el cuerpo de Phoenix colapsaría en un máximo de seis horas.
Ahora, contra todo pronóstico podrá celebrar su primer cumpleaños. Todavía se encuentra recibiendo oxígeno las 24 horas del día y debe tomar 14 medicaciones.
Su familia no está dispuesta a dejar de luchar por ella así que se encuentran buscando un hospital en donde puedan continuar con su tratamiento.
Phoenix necesitará de al menos dos cirugías más.
No hay dudas de que esta pequeña es un verdadero milagro. En el momento en que todos esperaban lo peor, ha logrado retomar sus fuerzas para seguir luchando por su vida.
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