Todos tenemos el recuerdo de algún maestro que marcó nuestra infancia, pues durante el tiempo compartido seguro dejaron alguna lección especial en nosotros. Los maestros se convierten en esos segundos padres cuando estamos fuera de casa, así que es inevitable dejar de tenerles aprecio.
Y vaya aprecio que ha despertado en sus alumnos una educadora de Paraná, Brasil, quien fue homenajeada por sus estudiantes en su último día de clases, antes de iniciar su retiro.
En la Escuela Estatal Afonso Peña, en Cafelândia, Paraná, los chicos se alinearon en el patio de recreo y formaron una gran algarabía de aplausos y risas por una buena razón: todos despedían con entusiasmo a Ivete Regina Hair Dias Monteiro, de 53 años.
La maestra estaba en su último día dentro de la institución y, aunque creyó que sus alumnos no lo sabían, fue sorprendida de una forma muy tierna.
Ivete supo cómo ganarse el cariño de todos, pues durante 25 años de servicios educó con gran amor a cada estudiante que pasó por su aula. Realmente hasta los chicos más rebeldes aprendieron a quererla.
Esta imagen habla por sí sola, una pequeña muestra del cariño que le tienen sus alumnos.
La escuela Afonso Peña tiene alrededor de 380 estudiantes, con clases que van desde sexto a noveno grado y alumnos de entre los 11 y 16 años. Ivete había enseñado a en cuatro clases de sexto y un grupo de séptimo grado, pero la escuela entera se sumó al homenaje.
Salí a buscarlos y un empleado de la escuela me llamó. Cuando vi eso, no sabía qué hacer. Estoy temblando hasta ahora. Estaba muy emocionada, el homenaje fue hermoso”, dice la maestra.
Antes de ser sorprendida, el día ya había empezado de una forma muy particular pues una de sus secciones preparó un vídeo de despedida que proyectaron en el salón. Pero algo singular conmovió a esta noble maestra.
Hubo un estudiante que vino a pedirme perdón por ser travieso, le dije que no tenía ningún problema. Otro dijo que era una segunda madre. Lloré, sólo quería abrazarlos a todos», dijo Ivete.
Aunque la educación no es de las profesiones mejor remuneradas en este país, Ivete se siente complacida de haber dedicado su vida a la enseñanza de los demás. Ella eligió su carrera movida por el amor, así que en víspera de su retiro sólo pudo mirar atrás y ver que todo el sacrifico había valido la pena.
“A pesar de todos los contratiempos, la educación sólo me ha traído alegría en la vida. Espero haber plantado mi pequeña semilla. Terminar mi carrera así me da ganas de desahogar mi felicidad. Quiero seguir ayudando”, señaló Ivete.
Seguro esta mujer encontrará la manera de mantenerse activa, educando a pesar de haber recibido su jubilación. Ivete es el tipo de profesionales que realmente nos llenan de orgullo y esperamos que su bella despedida sirva de inspiración para otros maestros, que estos vean que al final del día todo el esfuerzo vale la pena.
Te invitamos a compartir esta nota y recordarles a tus amigos el papel tan fundamental de los maestros en la sociedad que muchas veces es subestimado.