Los padres siempre quieren lo mejor para sus hijos y entre los regalos más grandes que pueden darles estará siempre la educación. La posibilidad de instruirse para tener mejores oportunidades en el futuro representa la mayor herencia que podría darle un padre a sus hijos.
Sin importar las limitaciones, estos buscan el modo de hacer posible que los pequeños tengan acceso a una buena educación.
Un ejemplo de esta realidad es Jorge Santos, un padre abnegado que se levanta muy temprano cada día para preparar el café que da como pago a las personas que aceptan llevar a su niño a la escuela.
Jorge es residente de Rocinha, Río de Janeiro, Brasil, y no tiene automóvil ni mucho dinero en su bolsillo para pagar el costo diario que implica el transporte público de su ciudad. Sin embargo, esto no es excusa para que su pequeño pierda clases y gracias a su ocurrente idea ha enamorado a todos y asegurado el viaje de su hijo a la institución.
Generalmente, Jorge arriba todos los días a la autopista Lagoa-Barra entre las 7:00 y 7:20 am, para ofrecerle el café caliente a los conductores de la línea de autobuses y de este modo hacer el generoso intercambio por el futuro de su niño.
Actualmente todos en la parada conocen a Jorge, a quien han apodado Kadinho por cortesía, pero esto no fue siempre así. Al principio al hombre le costaba mucho pagar a diario el precio del transporte hasta la nueva escuela privada de su hijo.
El pequeño ganó una beca parcial para estudiar en una mejor institución, la Escuela Mater, en São Conrado, pero esta se ubica lejos de la casa de la familia en Rocinha. Sin embargo, Jorge no quiso negarle la oportunidad a su hijo y con un poco de ingenio ha logrado salir adelante.
Ganarse la confianza de los chóferes no fue nada sencillo pues los hombres no querían verse perjudicados por el hecho de transportar a un niño sólo. Otros simplemente jugaban a la viveza y se tomaban el café para después no abrirle la puerta del autobús al chico.
Pero a Jorge se le ocurrió una curiosa y extraña idea con la que fue conquistando los corazones de los conductores, antes sus gestos de amabilidad. Jorge pidió a un amigo que vive en Sao Paulo que le comprara 50 pares de calcetines y esta fue su pequeña inversión para enamorar a los chóferes.
“Estuve una semana esperando a todos estos conductores que le habían dado el aventón a mi hijo y cuando pasaban les daba un par de calcetines», relató Jorge Santos.
Ahora todo ha cambiado y Jorge mantiene una relación amistosa con todos los transportistas con los que comparte un grupo de WhatsApp. Algunos se molestan si el niño no viaja con ellos, así que el hombre ha logrado su objetivo y su hijo tiene la ida y vuelta al colegio totalmente asegurada.
Pero la generosidad de Jorge ha ido más allá y ha llevado su café incluso a algunos pasajeros del trasporte, todos en la parada lo conocen y en ocasiones hay días especiales en los que llega a ofrecer hasta pastel.
No caben dudas de que él no es sólo un buen padre sino una gran persona. Nos alegra saber de gente así que sabe cómo sacarle la mejor cara a la vida y ante las dificultades se proponen salir con ingenio y honestidad.
Comparte esta nota y que la historia de Jorge ayude a inspirar a otros. Para todo hay siempre una solución.