En el mundo moderno es cada día más común ver a las personas preocupadas por su estabilidad económica y su éxito profesional pero nada de eso les asegura la verdadera felicidad.
Así lo demuestra la historia de una abogada cuya vida fue salvada por un grupo de niños humildes que llamaron un día a su puerta pidiendo algo de comida.
Deborah Oliveira vive en una cómoda casa ubicada en la zona alta de São Miguel dos Campos, en el interior de Alagoas, Brasil. Solvente y sin ningún tipo de preocupaciones económicas, la mujer podría considerarse bastante afortunada en su vida. No obstante atravesaba una fuerte depresión.
El día en que un grupo de cinco niños tocó el timbre de su residencia, Oliveira se encontraba entre lágrimas con un sentimiento de frustración y fracaso que la carcomía por dentro.
Pero su llanto no era causado por una enfermedad o la angustia de no tener nada para comer, sino que había reprobado el examen para renovar su licencia en el Orden de Abogados de Brasil (OAB).
Tras 5 años de sacrificios, para ella ese resultado significaba el fin de su carrera profesional pero ese día el destino le tenía preparada una gran lección.
Por el intercomunicador, escuchó la voz de unos niños que pedían algo de comer para calmar el hambre y de inmediato decidió recibirlos.
“Tomé la comida y fui a la entrada. Cuando llegué a la puerta vi a cinco niños, entre 10 y 13 años. Todos eran primos y cuando fui a cerrar, uno de los muchachos me pidió agua. Le dije que lo iba a conseguir y que volvería, pero luego dijo: ‘En realidad, tía, no es eso. ¿Me dejas bañarme en tu piscina?’”, recordó Deborah.
La abogada les explicó que la piscina estaba sucia y los dejó entrar para que corroboraran ellos mismos. No obstante, los pequeños persistieron e incluso se ofrecieron a limpiarla y asear también el jardín a cambio de dejarlos bañarse.
La mujer terminó rendida ante la petición y aunque no los dejó trabajar, les permitió bañarse en la piscina.
Sin imaginárselo, la mirada de los pequeños le recordó quién era ella y todo lo que había logrado.
“Vi en esos muchachos a la pobre niña que una vez fui. Recordé a la chica que nunca imaginó tener una casa con piscina” confesó Oliveira.
Aunque actualmente Deborah sea propietaria de una gran casa, esta no surgió de la noche a la mañana, en el pasado su condición económica no había sido la más estable. Cuando era pequeña, Deborah vendía huevos en el mercado junto a su padre para poder sobrevivir.
El encontrarse de frente con esos niños sencillos, le permitió reconocer todo lo que había alcanzado con mucho esfuerzo hasta ese punto de su vida.
“Fue como un flashback. Regresé al pasado y pensé que nunca había imaginado tener una casa en un barrio elegante de mi ciudad. Miré a esa pobre chica y dije ‘lo tienes. Te las arreglaste para dejar de ser la niña de los huevos, y hoy los niños te comparan con una actriz y solo querían un plato de comida’”, dice Deborah.
En ese momento de reflexión, la abogada pidió a su hijo que se quedara en el patio compartiendo con los chicos mientras ella subió a su habitación y rompió en llanto pero ahora de agradecimiento por todo lo que había logrado.
Después de tomar una ducha, la abogada preparó algo de comida para los niños. Entre ellos había un pequeño que cumpliría años al día siguiente y Deborah prometió recogerlos con refresco y un pastel, en una iglesia cercana al lugar donde mencionaron que vivían. Sin embargo, los niños no llegaron.
La tarde de piscina fue la única oportunidad que ella tuvo para compartir con esos ángeles, a quienes no ha podido ver más hasta la fecha. Sin embargo, eso bastó para que le salvaran la vida.
“Me salvaron el día. Tuve la sensación de que yo era la más fracasada. Ellos estaban tan contentos con tan poco. Un baño en la piscina sucia con un plato de pasta con salchichas. Recordé quién era y quién soy hoy», confesó Deborah.
Gracias al ánimo que le dieron los niños, la abogada solicitó una prueba de orden y se prepara para tomar nuevamente el examen. No cabe duda de que su experiencia le sirvió para reflexionar sobre las cosas que tienen verdadera importancia en esta vida. Recuperó las ganas de vivir, de seguir adelante.
Por favor comparte esta nota y recuérdales a otros que la felicidad siempre está en los pequeños detalles. Por favor jamás tires la toalla frente a las adversidades.