Olivia era una hermosa bebé cuando lo primero que experimentó al venir al mundo fue el rechazo, no sólo de su madre que la abandonó, sino de hasta 10 familias que cuando supieron que tenía VIH, desistieron de llevársela a casa.
Así de oscuros y tristes comenzaron los días de esta pequeña, pero no sospechaba que el destino le tenía preparada la mejor de las sorpresas y el amor genuino de unos padres de verdad.
Ariel Vijarra, de 39 años y Damián, de 42, llevaban varios años como pareja y en 2012 se aventuraron a jurarse amor eterno dentro de la primera boda gay en Santa Fe, Argentina.
Ya que habían cumplido una importante etapa, se plantearon que querían ser padres. Si de por sí el proceso de adopción para una pareja heterosexual es complicado, no se diga para una pareja del mismo género.
Aunque sabían lo que les esperaba, no les importó y se embarcaron en un camino que estuvo lleno de espinas.
Seis años de desilusiones, incertidumbre, engaños y hasta estafa fue lo que vivieron para tener a su tan deseado bebé, pero no llegaba. Incluso fueron víctimas de personas que veían en la adopción un negocio y se fueron con su dinero.
Ellos relatan que lo que vivieron fue tan desolador que incluso les afectó como pareja, al punto que su relación estaba en riesgo.
Pero, fortalecidos de nuevo, decidieron inscribirse en el Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos (RUAGA), donde les confirmaron que sí era posible para una pareja gay adoptar un bebé.
Entonces hablaron de sus preferencias y llegaron incluso a aceptar adoptar niños de hasta 14 años, su deseo de ser padres era tan fuerte que no les importó.
Pero en pleno proceso, en octubre de 2014, recibieron una llamada inesperada de un abogado que les preguntaba si deseaban adoptar una bebé de 28 días de nacida. Simplemente no lo podían creer, estaban dispuestos a cumplir su sueño, aunque eso supusiera aceptar una hija que venía con VIH y todo lo que eso implicaba.
Les dijeron que la bebé había sido rechazada por 10 matrimonios heterosexuales que al ser informados del tratamiento que debía recibir, desistieron del proceso y la dejaron incluso una vez habiéndola cargado en brazos.
Ariel no pudo contener las lágrimas y junto a Damián fueron corriendo a Rosario para conocer a la hermosa Olivia.
“Apenas la vi, sentí que era mi vida. La conexión fue inmediata. Era muy chiquita, apenas pesaba 1,200 kilos. La tuvimos en brazos, le dimos el biberón y nos miraba con los ojos bien abiertos y sin llorar”, cuenta Damián.
La pequeña empezó inmediatamente su tratamiento mientras pasaban los 6 meses reglamentarios de adaptación con Ariel y Damián.
Increíblemente, Olivia subió muchísimo de peso y se portaba como una guerrera. «Jamás en la vida lloró ni se quejó de los pinchazos, ya que también le inyectaban hierro”, explica Damián.
Ya convertida en su hija adoptiva oficial todo iba de maravilla, pero jamás imaginó la pequeña que en 4 meses se convertiría en la hermana mayor de la familia. En febrero de 2015, recibieron otra llamada.
Al parecer una mujer que acababa de dar a luz escuchó el testimonio de Ariel y todo lo que habían luchado para ser padres, como ella no deseaba tener a su hija, quiso que solamente ellos fueran los padres adoptivos.
“Fue una locura. La vida nos estaba premiando con Victoria después de tanta lucha, perseverancia y desazón”, resaltó Ariel.
Ariel y Damián junto a Olivia y Victoria en su bautizo.
Cuando ya eran inmensamente felices, todavía la vida les tenía reservado un milagro para Olivia. Un año y medio después, los médicos confirmaron que la bebé no tenía VIH, estaba completamente sana.
Esta semana la pequeña Olivia cumplió 5 años y Victoria lo hará en unos meses. Sus padres cuentan que Olivia es la madre de Vicky, se apoyan todo el tiempo y asisten al mismo jardín de infantes aunque en aulas separadas.
Tras toda su experiencia, ahora Damián y Ariel han creado una ONG, ACUNAR FAMILIAS, que busca ayudar a tantas parejas en su complicado proceso de adopción.
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