La maternidad es para muchas mujeres un momento bastante esperado y de mucha alegría, pero no siempre parece tener el desenlace feliz que todo el mundo espera. Por eso Georgina Hardy y su novio, Dave Squire, exigen nuevas pautas y un control más riguroso de los médicos, después de que su bebé no nacido falleciera a causa de su propio cordón umbilical.
Los futuros padres estaban emocionados por conocer a su hija Rosie Melanie Joyce Squire pero, para el dolor de todos, la pequeña nunca pudo abrir sus ojitos al mundo.
Al momento de nacer, los médicos se percataron de que la pequeña estaba muerta a causa del cordón umbilical que se había enredado en su cuello.
Con 26 años, Hardy tuvo que enfrentar el episodio más trágico en su vida. Tenía 42 semanas cuando entró en trabajo de parto pero parece que la pequeña Rosie ya había crecido demasiado en ese momento.
La tragedia ocurrió en febrero de este año y según explicaron los médicos, para cuando comenzó el trabajo de parto, Rosie tenía 3 semanas de retraso.
“Nunca pensamos ni por un segundo que no tendríamos a la bebé. Todos somos muy conscientes del riesgo de aborto espontáneo al comienzo de un embarazo, todos sabemos que esas primeras 12 semanas son de alto riesgo, pero nadie habla de que haya riesgos al final del embarazo”, dijo Hardy.
Después de lo sucedido, Hardy inició una petición para cambiar el protocolo que permite a las mujeres llevar a sus bebés durante 40 semanas. Normalmente los embarazos duran entre 37 y 42 semanas, así que para la residente de Clacton-on-Sea, Essex, es vital hacer consciencia sobre el peligro de los retrasos en el parto.
Cuando la Sra. Hardy tenía 39 semanas de embarazo, una prueba reveló que Rosie había dejado de moverse; en ese momentos los médicos le dijeron que fuera a casa.
Dos semanas más tarde, en su chequeo le informaron que su bebé había fallecido y tuvo un parto inducido unos días después.
Según el servicio médico de la localidad, no se puede inducir un parto hasta que se cumplan las 42 semanas pero este tiempo fue mortal para la pequeña Rosie.
“Se le permitió crecer demasiado y fue estrangulada lentamente. Llegas a la marca de las 38 semanas y piensas: ‘Lo he logrado, es sólo un juego de tiempo ahora’, esperando que el bebé esté aquí”, expresó Hardy.
Para esta mujer hubiese sido preferible tener que lidiar con un bebé prematuro de 8 meses, si los médicos hubiesen inducido el parto a las 39 pero “el protocolo” no lo permite. Es contra esa normativa que Hardy está luchando.
Ahora la mujer se encuentra embarazada de otro bebé pero no abandona su lucha para que las normativas cambien y también para concientizar a las mujeres sobre los peligros relacionados con el retraso en el parto.
Cualquiera que lo desee puede firmar su petición aquí. Los cambios no se dan si los ciudadanos mismos no lo promueven y en este caso hablamos de una tragedia que cada vez parece más común.
Por favor comparte la historia de esta mujer y ayúdale con su campaña. Unidos podemos lograr prevenir más muertes de neonatos en el mundo.