Hay momentos en los que algunas personas sienten la necesidad de replantear sus vidas, y le dan un giro poco usual para la mayoría. Tal es el caso de una pareja que decide dejar su estabilidad y comodidad, para recorrer el mundo con sus dos hijos.
Andre Baldeo de 45 años, trabajaba en Londres como comerciante de acciones, allí conoció a Becky de 44, una sudafricana que era su asistente personal.
Iniciaron una relación, y en 2007 decidieron mudarse a Ciudad del Cabo. Tuvieron dos hijos: Rico, de 12 años; y Tiana-Mae, de 10.
Tenían una vida estable y cómoda, Andre percibía alrededor de unos 46.000 dólares anuales. Durante nueve años ininterrumpidos se dedicó a su trabajo, cumpliendo un horario y asumiendo las actividades propias de su labor cada día.
Pero en septiembre de 2016, se sentía cansado de la rutinaria vida que llevaba, quería algo distinto.
Andre y Becky retiraron a los niños del colegio, vendieron su casa de Ciudad del Cabo por 453.000 dólares.
Dejaron guardadas sus pertenecías, y en abril de 2018 compraron un boleto de ida a Sarawak, en Borneo. No se plantearon cuánto tiempo duraría su viaje.
“Se volvió sofocante. Necesitábamos un cambio, para hacer algo diferente», aseguró Andre.
Una de las cosas que ayudó a respaldar su decisión fue saber que un amigo muy apreciado de Londres, se le diagnosticó un tumor cerebral, y le daban pocas semanas de vida.
“Era hora de un cambio y le compartí uno de mis sueños de toda la vida a Becky: viajar por el mundo y experimentar todo lo que pudiéramos como familia de cuatro. Quería mostrarles a nuestros hijos que hay más en la vida fuera de los suburbios”, explicó el padre.
El viaje alcanzó unos 83.000 kilómetros a través de 13 países en Asia y Sudamérica, con un total de 48 ciudades. Destinos como Japón, Malasia, Filipinas, Tailandia, Vietnam, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Costa Rica representaron vivencias inolvidables para la familia.
Se hospedaban en distintos tipos de alojamientos, y realizaron trabajo voluntario en granjas y refugios de animales.
El costo de su recorrido fue de 85.000 dólares, pero ellos consideran que valió la pena.
“Me siento orgulloso de haberlo hecho y son los mejores $ 85.000 que he gastado. Ahora tenemos los recuerdos más increíbles para siempre y nada cambiará eso. Renuncié a nuestra casa familiar y no me arrepiento por un segundo”, aseguró el viajero.
Reconoce que hubo momentos difíciles, como los largos desplazamientos en autobús, y el no tener al grupo familiar cerca.
“Pero las increíbles experiencias que tuvimos compensaron los aspectos negativos. Tenemos una perspectiva diferente de la vida ahora y todos somos mejores personas por ello”, afirmó Andre.
Cuando regresaron, alquilaron una casa hasta que logren recuperarse, y pronto los niños volverán a clases.
Sin duda Rico y Tiana-Mae tendrán muchas cosas que contar a sus nuevos compañeros de colegio.
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