John Carlos Ordóñez es un veterano de origen colombiano, ex miembro de la marina de Estados Unidos, que después de prestar sus servicios a la nación lucha por sobrevivir y poder mantener a su familia.
Desde que fue diagnosticado con dos tumores cerebrales sus días se han convertido en un desafío.
“Estoy decepcionado de no recibir ayuda del gobierno”, dijo el ex marine.
Hace una semana fue sometido a un procedimiento quirúrgico y su estado de salud sigue siendo muy delicado. No percibe ningún ingreso económico mientras se recupera de la enfermedad que le impide trabajar, por eso suplica ayuda para poder sustentar su hogar.
Cuando faltaba poco para entrar al quirófano, John planificó un encuentro con sus tres hijas mayores, de dos, cuatro y seis años en un restaurante, en ese momento los médicos ya le habían advertido de que tenía un alto riesgo de terminar en coma o incluso perder la vida.
Para él, esa comida que compartieron juntos podría tratarse de una posible despedida, su cuarta hija tiene apenas un año.
“Aunque mis hijas no entendían lo que pasaba, hice una cita para que tuvieran un buen recuerdo, para que la pasáramos bien juntos, solo ellas tres y yo”, relató John en una entrevista.
John, de 30 años, había escrito su testamento y dejó firmado un poder notariado para que su esposa pudiera tomar decisiones por él en caso de que no sobreviviera a la operación.
Finalmente, el pasado 25 de noviembre lo operaron y el resultado fue favorable. Los médicos lograron extraer uno de los dos tumores que se desarrollaron en su cerebro, en el lado izquierdo.
Su recuperación podría requerir al menos tres meses de reposo. Recientemente, los médicos hallaron otro tumor en un área delicada el cerebro y advierten que es prácticamente imposible extraerlo.
Para John es imposible tener algún ingreso económico en esas condiciones por sus propios medios, le preocupa que es el único proveedor para su familia.
El seguro por discapacidad laboral dice que solamente pueden ayudarlo cuando la enfermedad dura al menos un año, así que él está bajo permiso laboral, pero sin recibir remuneración.
John ya se benefició de todos los días de vacaciones que le correspondían por derecho y de los permisos para cumplir con citas médicas.
En medio de su dura situación, confiesa que se siente abandonado por el gobierno de Estados Unidos después de que sirvió en la Infantería de Marina entre el año 2009 y el 2013. Además, ejerció durante cuatro años como agente de la policía federal contratado por el Departamento de la Defensa para proteger una base militar en Barstow en California.
A John no le quedó otra opción que crear una campaña en GoFundMe para recolectar dinero, hasta el momento ha reunido más de seis mil dólares.
Relató que le duele mucho imaginar cómo podría pasar el día de Navidad sin poder ofrecerles un regalo a sus hijas.
“He pensado mucho en eso: no puedo darles a las niñas un regalito de Navidad. Como tenemos una bebé recién nacida, también se incrementan mis gastos porque necesita pañales”, relató John.
Cuando John tenía apenas 11 años su familia emigró a Estados Unidos pidiendo asilo, mientras estudiaba en la universidad decidió enlistarse en la Marina, en ese entonces tenía 20 años.
“Para agradecerle a Estados Unidos lo que hizo conmigo y mi familia me alisté en el ejército”, dijo el joven que durante su servicio se naturalizó como ciudadano estadounidense.
En el 2013 permaneció en una base militar en Corea del Sur entrenando ante un posible conflicto bélico en esa región, también ha estado en bases militares de los Marines en San Diego, California, Virginia y Quantico.
Cuando abandonó las Fuerzas Armadas en 2014, ingresó a la policía federal. Sintió que era el trabajo de sus sueños.
De pronto, su salud empezó a deteriorarse, aceptó que poco a poco perdía la capacidad de trabajar y decidió renunciar.
“No quería ponerme en riesgo a mí, ni a mis compañeros, ni a las personas que teníamos que proteger en la base militar, porque en ciertos casos respondíamos a situaciones con terroristas”, dijo John.
Desde entonces, su empleo, y el que mantiene actualmente, es atender las admisiones en la sala de emergencias de un hospital de la base militar de Forth Irwin en California.
En agosto de 2018, cuando John se trasladaba en su auto a su trabajo perdió el conocimiento y su coche colisionó a un costado de la carretera.
“Al parecer me dio una convulsión cuando iba conduciendo a 120 kilómetros por hora. Gracias a Dios no tuve heridas graves y no choqué con otro carro. Fui muy afortunado”, relató John.
Ahora se recupera mientras soporta noches de intenso dolor, y la angustia de no poder mantener a su familia.
“Quiero mejorar completamente, también quisiera volver a ser policía para proteger a la comunidad”, dijo John.
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