En los últimos tiempos, el uso del teléfono móvil inteligente o smartphone, ha dejado de ser para hacer llamadas y, para algunos se ha convertido en una adicción.
Al despertar, mientras desayunamos, mientras viajamos en el transporte público, durante una comida y antes de dormir tenemos los ojos en la pantalla, ¿somos incapaces de vivir sin nuestros smartphones?
Parecen haberse convertido en una extensión más de nuestro cuerpo y no tenerlos con nosotros puede llevarnos al borde de un ataque de nervios.
En investigaciones recientes realizadas en Inglaterra por la Universidad King’s College, de Londres, se determinó que el 23 por ciento de la población que utiliza estos aparatos, sufre de ansiedad.
Si bien es cierto que esta dependencia extrema no es un trastorno tipificado por la sociedad médica, la misma comparte una serie de características con otras adicciones.
Generando trastornos mentales como la depresión, ansiedad, estrés, mala calidad del sueño o baja rendición académica, elementos que han ido en aumento, sobre todo en la población más joven.
De un universo de 42 mil jóvenes analizados en 41 estudios, la universidad pública de investigación británica aseguró que el 23 por ciento sufre de estrés y angustia cuando no tiene cerca su teléfono o se le dificulta moderar el tiempo dedicado a su uso.
De acuerdo con las investigaciones, tal comportamiento adictivo podría ser consecuencia de otros problemas de base, tales como la depresión y la falta de sueño lo que degenera en una sensible reducción del rendimiento.
“Los teléfonos inteligentes llegaron para quedarse y es necesario comprender la prevalencia de su uso problemático”, indicó Nicola Kalk, investigador del Instituto de Psiquiatría, Psicología y Neurociencia del King’s College de Londres y uno de los autores del estudio.
Asimismo, el psiquiatra explicó que no se ha logrado determinar si la adicción al uso de un teléfono inteligente en sí mismo, o las aplicaciones que se usan, están directamente relacionadas con los problemas de salud mental.
Sin embargo, existe una necesidad de conciencia pública para mediar su uso, principalmente en niños y adolescentes.
“La adicción no es tanto al teléfono en sí, sino a todas las aplicaciones que nos ofrece. Si tuviéramos un móvil sin aplicaciones, que únicamente sirviera para llamar, no estaríamos hablando ya del tema”, consideró Kalk.
¿Te ha sucedido que, cuando te quedas sin móvil porque te lo robaron, lo dejaste en casa o estás en una reunión de trabajo y no puedes mirarlo, comienzas a sentir el craving y a ponerte ansioso?
¿No puedes soportarlo más y ya no eres capaz de pensar en otra cosa, hasta tal punto que estás de malhumor e irritado? Alerta. En los casos más extremos incluso se puede llegar a perder el control y meterse en problemas.
Si tu familia, amigos o jefe se quejan del uso desmesurado y la atención obsesiva que le dedicas a tu teléfono, toma cartas en el asunto y no te confíes, puedes estar siendo víctima de una adicción igual o peor que otras conocidas. Comparte esta información.