El cáncer de mama es una enfermedad que ha acabado con la vida de muchas mujeres en el mundo. Cuando alguien la padece, todo el grupo familiar sufre con el paciente; tal vez por eso, una mujer en Inglaterra cuando fue diagnosticada lo ocultó para evitar que sintieran compasión por ella.
Joanna Rees era una mujer de 42 años y madre de cinco hijos que vivía en Burton, Staffordshire con su compañero Richard Bartlam. Pero no quiso decirle a nadie lo que estaba viviendo, prefirió guardar silencio y ocultarlo.
Joanna Rees
Cierto día detectó un bulto en su seno y acudió al médico. Sarah Miller, de Midway, su amiga inseparable durante 17 años estuvo con ella el día en que fue diagnosticada con cáncer de mama en etapa tres. La mujer hizo todo lo que le indicaron los médicos para luchar por su vida, era fuerte y estaba decidida a ganar la batalla.
“Recibió quimioterapia y una mastectomía justo después de Navidad el año pasado. No habrías sabido que estaba enferma”, contó la amiga.
“No tuvo efectos secundarios, y no se lo dijo a la gente durante mucho tiempo porque no quería dar lástima. Llevaba pelucas”, agregó su compañera.
A pesar de los esfuerzos médicos y tratamientos recibidos, la enfermedad volvió a aparecer después de pasados 17 meses del primer diagnóstico. Pero, lamentablemente cuando reaparecen las células cancerígenas lo hacen con más fuerza. Jo, como solían decirle cariñosamente sus amistades, hizo metástasis y falleció el pasado octubre.
Jo y Sarah a la derecha
Para la familia y los que la conocían fue una terrible experiencia, especialmente para Sarah. Ya no tendría a la vivaz amiga a quien le encantaba decorar muebles y criar pollos, con quien se divertía e iba de viajes junto a la familia. La ultima vacación que compartieron fue a Francia, precisamente a su regreso fue que notó que algo andaba mal.
“Fuimos durante dos semanas y lo pasamos muy bien. Pero Jo siempre decía que eran sus últimas vacaciones”, recordó Sarah.
Todo fue demasiado rápido, la pérdida de peso, las entradas y salidas a hospitales. Pero su amiga siempre estuvo a su lado apoyándola, incluso hacían planes para preparar la cena de navidad juntas.
Jo había comprado un convertible plateado que después mando a pintar de color rosa. Tenía en mente que si lograba recuperarse viajaría en su auto de Barbie, como lo llamaba, para concientizar a las mujeres sobre el cáncer de mamas.
El destino no quiso que fuese así, y solo pudo ver al auto de lejos cuando pasó en una ambulancia. Ahora Sarah y sus cuatro hijos están tratando de reunir el dinero para asegurar el auto, quieren cumplir el deseo de Joanna.
“En este momento, el coche está fuera de la carretera y estamos tratando de encontrar una forma de asegurarlo y hacerlo circular para que se vea. Es el legado de Jo. Queremos que la gente hable de ello”, dijo la amiga.
Solo queda el recuerdo hermoso de una mujer burbujeante, valiente y luchadora, en el corazón de todos los que la amaron en vida. Y nos deja como lección no subestimar las autoexploraciones, estudios periódicos y estar atentos a cualquier cambio en nuestro cuerpo.
Comparte esta conmovedora historia con todos tus amigos, para que creemos conciencia sobre el peligro que representa el cáncer de mama, y la importancia de un diagnóstico a tiempo.