Aproximadamente 1,25 millones de personas mueren al año como consecuencia de un accidente de tráfico. Estos pasan en un parpadeo, son inmediatos e inesperados, lo que suele dificultar su aceptación, y las secuelas psicológicas que deja suelen ser graves y, a veces, irreparables.
En Bauru, Sao Paulo, Brasil, un oficial de la policía militar de Sao Paulo no pudo ocultar su emoción al ver las lágrimas de dolor e impotencia de un conductor de autobuses que estuvo involucrado en una lamentable colisión que dejó el saldo de una persona fallecida.
Según se conoció, el pasado lunes 19 de enero una imprudente maniobra realizada por un motociclista, hizo que su acompañante cayera al pavimento y fuera arrollada por el pesado vehículo que no pudo evitarla.
Todo sucedió en fracción de segundos: el conductor no tuvo ni el tiempo ni los reflejos suficientes para desviar el autobús o frenarlo, lo que provocó que se llevara por delante a la desafortunada víctima.
Una vez ocurrido el penoso accidente, el conductor, quien también sufre de hipertensión, bajó del auto y al ver el cuerpo yaciendo en el asfalto, no pudo soportar más la impotencia y, desesperado, se derrumbó en el suelo y comenzó a llorar.
Así, con el rostro cubierto de lágrimas fue visto por el oficial André, quien se le acercó para abrazarlo e intentar ofrecerle consuelo al compungido chófer, en un hermoso gesto que nos demuestra que, de sensibilidad y empatía, aún nos queda mucho a los seres humanos.
El encuentro fue captado en una foto que fue compartida tanto por el oficial, como por la policía militar de Sao Paulo en sus respectivas cuentas en las redes sociales.
“Todos los procedimientos para investigar el accidente se han llevado a cabo”, aseguraron las autoridades.
Por su parte, André ha recibido múltiples mensajes de apoyo, en homenaje a su hermoso gesto de calzarse en los zapatos de un desconocido que acaba de sufrir el trauma de ver morir a una persona bajo las ruedas de su su propio vehículo.
“Felicidades guerrero, por tu actitud. Debajo de ese uniforme hay un ser humano humilde y sensible. La niña que murió era de mi pueblo, qué triste situación. Dios consuele al conductor del autobús, no puedo imaginar el dolor que siente”, expresó un usuario de Internet.
Sufrir un accidente nos hace más conscientes de que no tenemos un control total sobre la conducción y nos hace sentirnos más vulnerables. También aumenta la ansiedad, el estrés e incluso la sensación de incapacidad tras el suceso, lo que quizás nos llevará a tener menos confianza en nosotros mismos.
Si este es tu caso, trata en lo posible de estar tranquilo, no te alteres al volante. Si te sientes estresado o ansioso es preferible que pares un rato y dediques un tiempo para controlar ese estado.
Desafortunadamente la imprudencia de un tercero provocó este terrible accidente que ha marcado la vida de este sensible conductor de autobús. Conducir es una responsabilidad muy grande, no solo con nosotros mismos y quienes llevamos en el vehículo, sino con los demás.
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