Cada vez son más las personas que usan el comercio en línea para comprar alimentos, medicamentos, ropa y cualquier artículo, la demanda de los repartidores también aumenta.
Este es un empleo exigente, quizás no por la dificultad para desempeñar el cargo, sino por el esfuerzo físico de trabajar con calor, frío, largas jornadas durante el día o la noche, en las horas de almuerzo, en fin, bajo condiciones muy variables.
Y si a estas condiciones de trabajo se suman los malos tratos que reciben por parte de algunos clientes, es muy fácil entender que un repartidor pueda sentirse mal, cansado, abrumado y molesto.
Aunque esto no justifica de ninguna manera que tomen acciones como la que hizo el protagonista de esta historia.
Un vídeo muestra a Burak S, repartidor de pizza en Turquía, cuando antes de hacer la entrega del pedido abre la caja y escupe la comida, y por si fuera poco, se graba con su teléfono móvil mientras hace este acto de venganza.
Pero lo que nunca se imaginó Burak era que también estaba siendo grabado por las cámaras de seguridad del edifico en el que vivía el cliente.
Este hombre ha sido acusado por distintos cargos desde el 2017, año en el que ocurrió este incidente. Desde “envenenamiento” hasta “degradación de la propiedad” son algunos de los cargos que se le imputan, y podría enfrentar prisión por 18 años en caso de ser encontrado culpable.
El cliente trató de negociar con la cadena de pizzas en la que trabajaba Burak, el equivalente a 8.500 dólares, pero debido a la negativa decidió presentar cargos.
Un fiscal en la provincia central de Eskişehir solicitó una sentencia de hasta 18 años de cárcel. El juicio se ha pospuesto durante tres años para dar tiempo a que la defensa del repartidor se prepare para enfrentar las distintas acusaciones que recaen sobre su cliente.
El fiscal solicitó la sentencia inusualmente larga por los delitos de «envenenamiento” y «daño a la propiedad».
No se puede señalar al resto de los repartidores, pero este caso advierte que este tipo de acciones tiene consecuencias. Hay maneras de drenar el malestar, incomodidad o molestia.
Nada vale la pena para perder la libertad, sin lugar a duda, es mejor expresar la emoción o el sentimiento incómodo que perder los estribos vulnerando el respeto hacia los demás.
Esta historia también advierte a quienes hacen este tipo de compras que procuren revisar que todo esté sellado, sin que esto signifique un señalamiento a todos los repartidores.
Lo más lógico es que el comprador desconfíe al cuidar su salud e incluso su integridad. Comparte este caso que ha dado tanto de qué hablar.