Voluntad, sacrificio, interés, empatía, humanidad, excelencia y compromiso. Ser médico significa querer ayudar a los demás, significa poner todo de tu parte y más para salvar vidas.
Ser médico no es mirar al paciente por encima del hombro, significa permanecer a su lado, es mirarlo a los ojos y confortarlo porque, ser médico no es solo una profesión, es una filosofía de vida.
Esto lo saben muy bien los cientos de galenos que luchan contra el coronavirus, una de las pandemias más cruentas de la historia y que ha desatado desde hace meses una emergencia sanitaria en China.
La primera línea de respuesta contra el virus que se mantiene en pie de lucha para detener el avance del nuevo brote infeccioso no se da abasto, y está llevando la carga más pesada. El cansancio cada vez les confronta más y les juega más en contra.
Estos aguerridos hombres y mujeres lucen realmente agotados. Prácticamente no tienen tiempo para dormir así que, cuando pueden, descansan en el suelo o donde mejor puedan hacerlo.
Sus mascarillas quirúrgicas ya se han vuelto parte de sus rostros, no pueden dejar de usarlas para protegerse de contraer esta mortal enfermedad, por lo cual, están marcados por los tirantes de estas máscaras, lo que les ha producido una serie de heridas faciales que han quedado plasmadas en las redes sociales y se han vuelto virales.
“El personal médico que vive en Wuhan, no ha parado de trabajar”, se lee en una de las imágenes.
Pero, además, estos héroes anónimos no solo deben lidiar con la falta de descanso, cosa que ya es bastante grave y afecta de forma directa su desempeño, sino que además, los largos turnos y la alta demanda de personal médico hace que estos trabajadores ni siquiera cuenten con el tiempo necesario para alimentarse o ir al baño.
En China no hay tiempo para descansar, y los trabajadores de la salud no pueden perder ni un minuto en esta crisis de coronavirus.
De hecho, más de 4.000 empleados y 1.000 vehículos trabajaron las 24 horas para construir el Hospital Huoshenshan, en un lapso de tan solo 10 días y que cuenta con unas 1.000 camas para atender a las víctimas actuales y potenciales de esta epidemia.
“Esto es un problema de magnitud global, y debemos hacerle frente hasta doblegarlo”, aseguró uno de los médicos voluntarios.
El coronavirus ha sido calificado por la Organización Mundial de la Salud como un problema de salud pública mundial, ya que, hasta ahora esta epidemia se ha cobrado la vida de al menos 2,000 personas y alrededor de 75,000 infectados, en su mayoría en China.
En las catástrofes con víctimas masivas, un sistema medico tiene que afrontar, de repente, una gran afluencia de contagiados que necesitan tratamiento en un corto período de tiempo.
Esta oleada imprevista provoca una discrepancia entre el número de pacientes y los recursos disponibles para tratarlos.
Es por ello que este grupo de valiosos seres humanos actúan con diligencia y no le dan tregua a este tipo de situaciones, algo que es crucial al momento de salvar vidas.
Para estos médicos parece que las marcas en sus rostros no serán las únicas, las heridas del alma, serán más profundas y el recuerdo de su lucha contra la muerte.
Comparte esta historia con tus familiares, amigos y seres queridos y rindamos desde acá un pequeño homenaje a esos cientos de almas de bata blanca que ponen su vida en riesgo cada día para preservar la de sus semejantes.