Para nadie es un secreto que vivimos en un planeta donde lamentablemente priva más el individualismo entre las personas que el afán por ayudar al prójimo más necesitado.
Y aunque todos conocemos el famoso dicho que dice que ante alguien hambriento es mejor «no darle el pez sino enseñarlo a pescar», un joven en Tijuana, México, comenzó a regalar pizzas y refrescos a personas muy humildes, simplemente por pura generosidad.
Un joven, cuya identidad se desconoce, estacionó su pequeño auto cerca de la Central Camionera de Tijuana, en una zona muy concurrida. Allí abrió el maletero de su vehículo y fue sacando cajas y cajas de pizzas tamaño familiar y de refrescos en latas de diferentes sabores.
«Amigo, ¿gusta un poco de pizza y de refresco? Es gratis», ofrecía el joven a las personas que consideraba de bajos recursos económicos.
Rápidamente se formó una fila y a cada persona el joven de gafas oscuras y buen corazón le entregaba dos pedazos de pizza y un refresco. Algunos transeúntes comenzaron a grabar con sus teléfonos móviles el insólito acto de solidaridad y ayuda con los más necesitados.
«Eso lo hace no más para figurar en las redes», comentó una muchacha de manera suspicaz.
Sin embargo, el pizzero anónimo así como llegó se fue del lugar una vez que se le terminó el cargamento de alimentos. No sabremos si lo volverá hacer en otra ocasión, lo que sí quedó claro es que aún existen personas que se conduelen de las carencias de otros y procuran ayudar de la mejor manera posible.
«Dios lo bendiga y que se le multiplique en salud», le dijo agradecida al joven de gafas oscuras una señora que recibió su comida.
La solidaridad es un excelente valor personal que se caracteriza por compartir y prestar ayuda material y sentimental a los demás sin esperar nada a cambio. Cuando somos solidarios no estamos mirando en el otro su posición política, religiosidad, edad, orientación sexual o preferencia cultural, eso es intrascendente. Es un acto de fraternidad.
Debemos fomentar la solidaridad desde la infancia. Enseñar a los niños el amor y respeto por la naturaleza y la colaboración y apoyo con sus seres cercanos que estén enfermos o necesiten algo con urgencia.
Dentro de un mundo que nos empuja al consumismo y la glorificación de la propiedad privada, se hace imprescindible actuar solidariamente con quienes nada tienen para no pecar de indiferentes ante el dolor ajeno.
La acción del joven generoso se conoció por un vídeo que rápidamente se difundió. Y fue precisamente muy comentado porque no es común una manifestación de solidaridad en nuestros días de forma tan pública y notoria. Hagamos, de ahora en adelante, que esto sea algo natural.
Comparte con todos tus familiares y amigos esta aleccionadora y gratificante historia. Coméntales que, a fin de cuentas, no cuesta nada ser bondadoso.