La pandemia del coronavirus ha llevado a las personas a confinarse en sus hogares para evitar la propagación, pero no todo el mundo cuenta con un techo para poder guardarse de este virus mortal.
Para nadie puede ser un secreto que quienes viven en condición de calle representan el sector más vulnerable frente al COVID-19 y, ante esta situación, un sacerdote en Sao Paulo, Brasil, ha tenido un hermoso gesto que ha conmovido a todos.
El padre Julio Lancelotti decidió abrir un albergue en su parroquia para al menos 50 personas que vivan en condición de calle y podrían estar infectados.
Las medidas preventivas contra el coronavirus resultan casi imposibles de cumplir para aquellos que no tienen ni siquiera un lugar donde lavar sus manos. Así que en el albergue estas personas podrán mantener su higiene y además tendrán no sólo un techo y espacio cómodo, sino el pan de cada día.
El lugar ha sido inaugurado bajo el nombre «Casa de Oración de la Gente de la Calle» y dos trabajadores del Departamento de Salud se encargaron de inspeccionar el lugar.
«En la calle no hay medidas de acceso a la higiene como las básicas: lavarse las manos, usar alcohol en gel, usar ropa limpia, dormir en un lugar aseado.
Dos personas del Departamento de Salud estaban allí, miraron el espacio, lo vieron con alguna posibilidad de adaptación y ahora todos saben que se cuenta con esta opción si es necesario”, explicó el párroco.
La Casa de Oración fue construida con parte del dinero de un premio que recibió el Padre Paulo Evaristo Arns en el año 1994 de parte de la fundación Niwano de Japón.
Su colaboración “interreligiosa para promover el desarrollo, conservar el medio ambiente y crear un mundo de paz con la participación de cristianos, budistas, musulmanes y judíos», hizo a este sacerdote merecedor de 190 mil dólares que han sido destinados a diferentes obras públicas en su comunidad parroquial.
La iniciativa de este padre representa una gran ayuda en estos momentos, ya que según datos de la Secretaría Municipal de Asistencia Social de 2019: Sao Paulo tiene una población sin hogar de al menos 24 mil personas.
Aunque algunas de ellas están alojadas en centros de atención municipales, aún existe un alto porcentaje que no tiene donde dormir, ni asearse y corren el riesgo de contagiarse.
Algunas de las personas que ya están albergadas en la casa inaugurada por el sacerdote han mostrado síntomas de la enfermedad y han sido puestas bajo supervisión médica.
Aunque esta pandemia representa una situación riesgosa para todo el mundo, hay personas que están dispuestas a ayudar para cuidar la vida de los demás.
Comparte esta historia y hagamos viral el ejemplo de este sacerdote. Esperemos más gente se sume a este tipo de iniciativas.