No hay sentimiento más triste que el que se experimenta al perder a un ser querido, especialmente cuando no se tuvo la oportunidad de estar a su lado durante sus últimos instantes de vida, para acompañarlo en ese momento tan difícil.
Ninguno de los héroes que lucharon por la libertad durante la Segunda Guerra Mundial deberían ser dejados a su suerte en una casa de retiro o fallecer solos.
Pero, desafortunadamente, con el coronavirus existe una alta probabilidad de que perdamos a muchos ancianitos especiales, quienes no podrán despedirse de su familia.
Esto fue lo que sucedió con el veterano de la Segunda Guerra Mundial George Possas, de 93 años, quien falleció la semana pasada en el Hospital Huntington en el condado de Suffolk, Nueva York, en completa soledad.
Aunque George tiene una gran y hermosa familia, nadie pudo estar a su lado en su cama de hospital, debido a que contrajo coronavirus y tuvo que ser aislado para recibir tratamiento.
Además, ya que dos de las hijas de George también resultaron infectadas por el COVID-19, todos los miembros de la familia de Possas fueron forzados a estar en cuarentena y, por eso, no se les permitió visitarlo en el hospital.
“Desafortunadamente, murió solo”, dijo la hija de George, Denise Bocchicchio, quien dio positivo al coronavirus, al igual que su esposo.
A la familia no solo se le negó la oportunidad de despedirse de su querido padre, sino que tuvieron que mantenerse resguardados en su casa sin poder realizar un funeral como el que merecía el gran héroe de batalla.
George Possas creció en Queens, Nueva York, durante la Gran Depresión. Sus padres habían emigrado de Grecia y llegaron a los Estados Unidos a principios del siglo XX.
A los 17 años, George se alistó en el ejército y arriesgó su vida en las islas del Pacífico Sur, incluyendo la Batalla de Hollandia en Nueva Guinea.
Al final de la guerra, George fue desplegado en un barco que se dirigía a Japón. Pero después, el presidente Truman decidió lanzar bombas atómicas sobre Japón, acto que puso fin a la guerra.
George regresó a los Estados Unidos y trabajó como electricista. También creó su propia compañía, que se ha mantenido en la familia durante tres generaciones. A principios de la década de 1950, se casó con el amor de su vida, Evelyn Lambrinon. Estuvieron casados durante 64 años, hasta que Evelyn murió en 2016.
“Lo más importante de él es que era un hombre de familia”, dijo Bocchicchio sobre su padre.
A este incansable héroe le sobreviven cuatro hijos y nueve nietos, quienes lo guardaran con el más grande amor por siempre en su memoria, al igual que todos los que tuvieron la oportunidad de conocer su fascinante historia de entrega incondicional.
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