En Italia se han registrado hasta este jueves 110.574 casos de pacientes diagnosticados con coronavirus y 13.155 fallecidos. En los hospitales, el personal sanitario sufre muy de cerca el drama de la pandemia mientras intentan salvar a los pacientes ante el desabastecimiento de equipos de protección individual y respiradores.
Por eso, una enfermera, amiga de la periodista Nunzia Locatelli, cuya identidad ha preferido no revelar, tiene una petición para los ciudadanos de otros países, sobre todo se dirige a los argentinos.
“Ustedes tienen la ventaja de leer el diario del lunes y si después de eso siguen saliendo y manteniendo costumbres dañinas para ustedes y los demás, son cómplices del virus”, dijo la enfermera refiriéndose a quienes no acatan aun las medidas de confinamiento para prevenir los contagios.
Comentó que, en este momento de guerra, trabajan con trajes protectores hechos por Gucci y Prada, camisolines de Armani y usan gel desinfectante hidroalcohólico con fragancia de Bulgari.
“Estas y otras importantes firmas hicieron donaciones y convirtieron sus fábricas para producir insumos hospitalarios destinados a la emergencia. En Italia está garantizada la elegancia hasta en los momentos en los que nuestra apariencia dejó de ser un valor”, relató.
“Esta no es una batalla para mercenarios, es una guerra donde todos llevamos el mismo traje con un logo: “Il tricolore”, nuestra bandera. Italia está orgullosa de su excelencia.
Las grandes marcas reconocidas mundialmente como Ferrari, transformaron la producción de autos en respiradores y ventiladores. Beretta, una empresa estimada por cazadores de muchos países, detuvo la fabricación de sus armas para construir válvulas modificadas para máscaras de buceo.
“Todo porque Paolo Nazzaro, un romano de 35 años tuvo la genial idea de adaptarlas y llevarlas del snorkeling directo a las unidades de terapia intensiva”, agregó.
“Todos ayudan y la solidaridad es conmovedora. Un carrito de supermercado lleno de alimentos espera a quienes necesiten comida en varios lugares del país.
Esta nueva forma de apoyo imita la del ‘café pendiente’ que surgió en Nápoles, una iniciativa en la que un cliente paga su café y deja otro pagado para quien no pueda hacerlo”.
Además, la enfermera explicó: “En Bergamo, una de las zonas más afectadas de Italia por el coronavirus, está la unidad de terapia intensiva más grande toda Europa, pero la pandemia le dio tan duro a mi ciudad que fue necesario y urgente construir un pabellón en la feria solamente para los pacientes que tuvieran el virus.
No siempre ‘rápido’ y ‘bien’ van de la mano, pero cuando en la cancha juegan el Cuerpo de los Alpini, los hinchas de Atalanta, y los experimentados albañiles bergamascos, hay goleada”.
“Construyeron el lugar en tiempo récord y será inaugurado durante la semana. Casi todo está listo y no podía faltar una imagen a la cual encomendarse: la de ‘El Papa Bueno’, San Juan XXIII, que nació en Sotto II Monte, un pueblito cerca de Bergamo”.
Resaltó que hace un par de días se comunicó con una colega enfermera que trabaja en el Policlínico San Marco y le contó los detalles de la dura realidad que hay dentro.
“Mi amiga, de la cual me reservo el nombre, me contó la experiencia desgarradora de quien trabaja todos los días en las trincheras. La impotencia frente a súplicas”.
Se refirió a la falta de oxígeno en los hospitales, insumos y también personal sanitario ante las alarmantes cifras de médicos y enfermeras contagiados.
“Mi médico y amigo Carlo Alberto Passera cayó en la batalla la semana pasada, con 62 años. Le gustaba mucho escuchar mis cuentos sobre Argentina y decía que algún día quería venir a Buenos Aires”.
La enfermera resaltó que ella suple la falta de un sacerdote para otorgar a los pacientes la unción de los enfermos, solo hace un simple saludo, pronuncia el nombre de la persona y la despide. Ya que no está facultada para celebrar el sacramento.
Después, acondiciona el cuerpo y reúne las pocas pertenencias del paciente en una caja o en la mayoría de los casos, en un bolso plástico negro en el que está escrito su nombre sobre una cinta de papel.
A los fallecidos los traslada el Ejército para que sean incinerados, y la policía es la encargada de devolver a cada familia las cenizas de su ser querido.
“Esto es el coronavirus. Por eso mi amiga enfermera les pide a ustedes, amigos, que no salgan, que respeten una estricta cuarentena”, resaltó la periodista.
En Italia hicieron el pasado martes, un minuto de silencio para rendirle homenaje a los 11.591 fallecidos justo cuando los expertos informaron que alcanzaron el pico. Bajó el número de contagiados y de víctimas mortales por coronavirus, pero todavía están lejos de celebrar que todo ha terminado.
“Necesitábamos buenas noticias, todo el mundo nos mira y espera que desde el foco del coronavirus llegue la única palabra que queremos escuchar: esperanza”.
La enfermera confiesa que la noticia la anima y le dan ganas de salir. “Pero no puedo, no podemos, nos quedamos encerrados para fortalecer este logro, para no anular el esfuerzo que hicimos todos”.
Está convencida, como la periodista que difundió su petición desesperada de que los ciudadanos de países que no están tan graves se queden en su casa, de que depende del compromiso de las personas la magnitud de la pandemia.
Vale la pena compartir esta petición tan importante. Algunos están a tiempo de revertir severos daños por el coronavirus que afecta al mundo.