Theresa Greene, es médico, trabaja en Miami y se ha dedicado como muchos profesionales de la salud en el mundo a atender la grave emergencia sanitaria que ha producido el coronavirus.
Pero además del riesgo que supone para su salud exponerse a los pacientes contagiados con COVID-19, sufre una dramática consecuencia por la pandemia: perdió temporalmente la custodia de su hija de 4 años.
Han transcurrido varios días desde que Theresa pudo conversar por última vez con su hija y teme que ella piense lo peor. “Tengo miedo de que ella vaya a pensar que yo la abandoné. Esto es muy difícil para mí”, relató.
Theresa ama su trabajo, tiene una gran vocación de servicio y compromiso por velar por la vida de cada paciente. Su hija está inscrita en un centro de cuidado infantil y también es cuidada por su padre mientras su mamá cumple con su jornada de trabajo.
Recientemente, un juez de Miami, Dade, ante el riesgo de que Theresa pueda infectar a su hija con coronavirus la despojó temporalmente de su custodia parental.
Eric Greene, ex esposo de Theresa y padre de la niña, le pidió al juzgado que protegiera a la menor de su madre.
El magistrado del circuito Bernard Shapiro emitió la sentencia este jueves y explicó:
“La suspensión de la custodia está relacionada únicamente con el brote de COVID-19”.
Los abogados de Theresa presentaron ante el Tribunal de Apelaciones del Tercer Distrito de Miami-Dade una petición de emergencia para intentar revocar la decisión del juez.
Steven Nullman, abogado de la doctora, declaró ante People que la niña, hija de padres divorciados, permanecía con su progenitor cuando su madre estaba trabajando en el hospital. Solamente estaba a cargo de su madre cuando ella tenía días libres.
“Él me arrancó injustamente a mi hija. Me sorprendió que el sistema legal de Estados Unidos permitiera que esto sucediera”, dijo la desconsolada madre de 39 años.
Theresa dijo que acata todas las medidas de protección en su trabajo y que inmediatamente al llegar a casa se baña y lava toda su ropa.
“Estoy muy paranoica y tengo mucho cuidado. Si toco la cerradura de la puerta después le coloco desinfectante”, relató.
Desde hace dos años Theresa está divorciada del padre de su hija, con quien compartía la custodia, hasta que ella la perdiera hasta nuevo aviso.
El abogado de la madre declaró: “Creemos que la decisión establece un precedente muy peligroso que podría tener un gran impacto en los proveedores de atención médica de todo el país que arriesgan sus propias vidas mientras luchan por salvar a otros”.
Mientras que el abogado del padre de la menor resaltó: “La situación es temporal y a la madre se le permitirán días de recuperación por todo el tiempo perdido. Además, la niña podrá hablar a diario con su madre”.
“Eric Greene y yo tenemos el mayor respeto por el compromiso del trabajo de la doctora durante este momento crítico por la pandemia. Reconocemos y apreciamos genuinamente los sacrificios que ella y todos los trabajadores de la salud están haciendo actualmente para salvar vidas y prevenir nuevas enfermedades en Florida y en todo el mundo”.
La Asociación Médica de Estados Unidos, alega que el personal médico debe estar con sus familias siempre y cuando tomen todas las precauciones para disminuir el riesgo de contagios.
Theresa dijo que durante su jornada utiliza guantes, mascarilla, gafas e incluso tiene un traje de protección de una pieza para atender a los pacientes de COVID-19 que tienen complicaciones más graves.
Asimismo, dijo que en sus estaciones de trabajo se desinfectan con frecuencia.
Antes de recibir la orden el juez, Theresa se había cambiado y duchado tras llegar a su vivienda después de su jornada de trabajo, recogería a su hija el día siguiente.
“Mi hija ya tiene dificultades para ir y venir entre dos hogares, ahora, ella no tiene escuela. Ella no entiende qué pasa en este momento. Realmente me preocupo por ella. No es justo. Es cruel que me pidan que elija entre mi hija y el juramento que hice como profesional”, dijo la doctora en una entrevista.
La mujer anunció que apelará la decisión de la corte mientras sigue trabajando, aunque está consciente del peligro de la enfermedad, dice que está protegida.
“Sé que no estoy sola. Socorristas, enfermeras, tantas personas en esta posición, que, por estar divorciados, sus hijos sufren y les dicen que no pueden verlo. No es justo”, relató la madre.
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